Nunca fallan. Una vez más, y van 33 ediciones, alrededor de 400 personas estuvieron a punto de no dejar ni una butaca libre de la platea del cine Regio de Sant Antoni para disfrutar del Festival de Balls, Música i Cançó Popular de sa nostra terra. El perfil, también el de siempre: personas de la isla, la mayoría del municipio y gran parte de ellas de avanzada edad, aunque también se vieron niños y adolescentes, algunos sobre el escenario, demostrando sus dotes artísticas.

Este año, el turno rotatorio establecido entre las colles de Sant Antoni otorgó el privilegio de la organización a la Colla de Sant Rafel, que cerró el espectáculo. El año pasado le tocó a la Colla de Buscastell y el anterior al Grup Folklòric Brisa de Portmany, por lo que en las próximas ediciones se harán cargo de preparar el evento las colles d´Aubarca o la de Can Bonet, según explicó Fina Tur, presidenta del grupo folclórico de Sant Rafel.

Una amplia representación de la colla, que la forman unas 50 personas, incluidos niños, cerró la fiesta, en la que una vez más no pararon de sonar las gaites y los tambors. Tur, acompañada de una de las balladores, explicó que los trajes que visten son imitaciones de las ropas que utilizaban los payeses de los siglos XVII o XVIII, pero adornados con joyas. «No las llevaban cuando iban a trabajar», aclaró Tur, que recordó que el pasado mes de marzo fueron a bailar a Pollença. Por este motivo, la colla de fuera de la isla invitada este año fue Aires de la Cala i Xeremiers Orats de esta localidad mallorquina.

Después de la presentación de Sonia Ribas, que agradeció la colaboración del Cine Regio, que facilitó gratuitamente las instalaciones, como en los últimos 33 años, y del Ayuntamiento, que contó con la presencia de algunos concejales y de la alcaldesa, Pepita Gutiérrez, comenzó la actuación de la colla de sa Bodega. La fiesta siguió con la subida al escenario del grupo invitado, con los bailes de la colla de Sant Rafel y con la interpretación de los cantadors del grupo organizador.

Antes de que empezase el festival, Sergio Torres, miembro de la familia propietaria del cine Regio, se lamentó de las dificultades que sufren para mantener el negocio. Torres recordó que este año tendrán que desembolsar entre 60.000 y 100.000 euros para comprar un proyector digital para adaptarse a la nueva normativa.