Lantaro Laguzza lo tiene claro. Los frutos secos están duros, pero poco pueden hacer contra el poder de una maza. No tienen escapatoria. Los prepara encima de la mesa y€ ¡Pim, pam, pum! Tres golpes secos y se abre el tarro de las esencias. «¡Está duro!», le grita a su progenitor sin dejar de comer. Este pequeño era uno de los primeros asistentes a una mesa con mazas que el Institut d´Estudis Eivissencs (IEE) preparó por quinto año consecutivo con motivo la festividad de Todos los Santos en es Portal Nou de Vila. Con el paso de los años, la trencada de piñones ha perdido adeptos, pero continúa ejerciendo un poder hipnótico en los más pequeños, que se arremolinaban en busca de estos deliciosos manjares.

La idea del IEE es clara: tratar de recuperar costumbres que han perdido arraigo en aras de modernas tradiciones anglosajonas, como Halloween. Para conseguirlo, la plaza rezumaba payesía por los cuatro costados. Los puestos, en los que había diferentes tipos de comida y productos típicos de la isla, rodeaban la mesa central. Uno de los primeros en montar su puesto fue el maestro artesano Pedro Marí, Tirurit, que trajo para la ocasión una gran cantidad de castanyoles, flaütes e instrumentos folclóricos. Especialmente llamativas eran unas laboriosas miniaturas de estos instrumentos, que presidían la mesa y se llevaban la mayoría de las miradas de los asistentes. A su lado, otros puestos con cistellons y enaguas de llamativos colores.

Algunos de los víveres tradicionales tampoco faltaron a la cita. Chocolate fundido, café caleta, hierbas ibicencas, panellets y bunyols eran algunas de las opciones que tenían los visitantes para endulzar la tarde. Y miel, mucha miel. Una gran mesa con tarros de todo tipo: de naranja, de romero, frígola, polen€ Todas cosecha propia de Emeric Faltiscka y procedentes de los panales que tiene dispuestos en diferentes puntos de Santa Gertrudis, Sant Mateu o Sant Joan, entre otros. El encargado de recitar las incontables propiedades del polen y de la miel es su hijo Paul, administrador del negocio familiar.

Los potentes altavoces reproducían los éxitos más reconocidos del grupo local UC, que se peleaban en el ambiente con los agresivos martillazos que lanzaban los más pequeños sobre la mesa. Mientras, el público llegaba a cuentagotas cuando se acercaba la hora de la xacota payesa, con cant glosat y gaitas ibicencas.