­Se respiraba mucho talento y fluían las notas musicales en la primera jornada del XX Concurso Internacional de Piano de Ibiza. En las proximidades del Centre Cultural de Sant Carles ya se escuchaba la melodía de un piano ayer a media mañana. Los ocho aspirantes al premio al mejor pianista juvenil (de entre 11 y 16 años) estaban algo nerviosos pero muchos lo disimulaban bien a la entrada del centro. Durante cuatro horas, los más jóvenes interpretaron sus repertorios pero hasta el domingo no sabrán quién es el ganador.

Carlos Santo, de 14 años, fue el que abrió el concurso con piezas de Haydn, Liszt y Bach. El italiano Giosuè Bovo, de once años, el más joven de los concursantes, le siguió. Después, fueron subiendo progresivamente al escenario algunas de las promesas del piano tanto de España como de otros países, entre los que se encontraban Ferran Ruiz, valenciano de 16 años; la catralense Andrea Zamora de 15 años; Joan Guasch, de Santa Eulària de 14 años; Guillem Montejo, catalán de también 14 años; el checo de 15 años Matyá- Novák, y Mar Valor, valenciana de 13 años.

Entre un público compuesto por los aspirantes juveniles y los padres de estos, se distinguía a varios de los participantes en el concurso en la categoría adulta, que observaba con atención a los más jóvenes. Tras haber interpretado su repertorio, Andrea Zamora, que tiene una grave deficiencia de vista, escuchaba con su oído absoluto a sus contrincantes, marcando con un ligero movimiento de cabeza el ritmo de las notas que tocaban.

El talento de Centroeuropa

El joven Matyá- Novák, de la República Checa, estaba a la salida del Centre Cultural de Sant Carles junto a su padre minutos antes de subirse al escenario. Con una vestimenta elegante y de negro, se mostraba inquieto pero, una vez en el escenario, los nervios parecían disiparse con cada tecla del piano que presionaba. Interpretando a Bach, Beethoven y Liszt, el joven se dejó llevar con soltura, contagiando a un público que imitaba el baile de sus hombros y seguía el ritmo del aspirante.

El jurado compuesto por el maestro George Hadjinikos, la pianista eslovaca Tatiana Franova, Mary Wu, la pedagoga Tamara Harutyunyán Ter-Petrossián, István Székely, la organizadora del evento Maria Àngels Ferrer, y los ganadores de la pasada edición, Renata Benvegnù y Alexander Vorontsov, se encontraba al final de la sala valorando a los participantes sin dejar que se escapase la concentración. Vorontsov y Benvegnù compartieron impresiones sobre los pianistas que ofrecían su repertorio de vez en cuando mientras el resto estaba tomando apuntes.

De los juveniles a los adultos

Poco antes de iniciarse la tarde de los pianistas adultos, que finalmente contará con 35 participantes, doce menos de los previstos, varios de los aspirantes al premio se encontraban a las puertas del centro cultural un tanto inquietos, intercambiando impresiones. Entre ellos estaba Claire Deniau, una francesa de 28 años que quiere «conocer la isla» y «aprender» en este concurso. Buscaba un lugar tranquilo donde relajarse antes de subir al escenario a media tarde y donde no escuchase a los que lo harían antes que ella ya que eso la ponía «aún más nerviosa». Mientras buscaba un lugar apartado, en el Centre Cultural de Sant Carles empezaba otra vez la acción.

Jacopo Giacopuzzi salió por la puerta principal sudando tras un intenso repertorio de Bach, Liszt y Kasputin, piezas que la francesa Deniau consideró «complicadísimas» aunque «magníficas si se tocan bien». Giacopuzzi no se mostró nervioso e interpretó las composiciones de los autores con un sentimiento que se reflejaba en su rostro.

El público daba un giro y se apreciaba a menos concursantes adultos, pero a más juveniles. El checo Matyá- Novák y su padre al igual que Andrea Zamora no se perdieron los conciertos de la tarde y permanecieron muy atentos a las interpretaciones. También estaba de espectador Jaume Ferrer, organizador del Festival Internacional de Música y el Concurso Internacional de Piano de Ibiza.

Clarence Lee, pianista de 22 años de Singapur, se bajaba de un taxi en Sant Carles poco antes de que le tocase interpretar. En su repertorio destacaba una pieza: ´Triana´ de la ´Suite Iberia´ de Isaac Albérniz. Algunos de los asistentes manifestaron su inquietud por ver a un asiático interpretar a un compositor español. El propio Lee se mostraba nervioso ante el miedo de «no captar la esencia» de la cultura española. Mientras él estaba sobre el escenario, su madre, que estaba sentada cerca del jurado, no dejaba de volver la mirada hacia este intentando adivinar su veredicto.

Sin que el pulso temblara

La jornada estuvo marcada por unos repertorios que abarcaban a los más influyentes compositores de la historia de la música. Los nervios también fueron protagonistas tanto de la mañana como de la tarde, pero, sobre el escenario, no les tembló el pulso a los intérpretes.

A pesar de ser un concurso que no promueve la competitividad, todos luchaban por hacerse hueco entre los ganadores. Como muchos aseguraron, venían «a dar lo mejor» de sí y se pudo apreciar a lo largo de toda la jornada.