­La mítica Galería Berri de Sant Agustí, que ha organizado centenares de exposiciones y acogido conferencias desde su apertura en el año 1980, cerrará definitivamente sus puertas el próximo 15 de septiembre.

Así lo confirma el responsable de la sala, Gastão Heberle, que ha estado al frente de la galería durante sus 33 años de vida. «Los propietarios han decidido no renovar el contrato de alquiler, así que la sala no podrá continuar», explica Heberle, entre resignado y apenado por tener que echar el cierre a la galería en activo más antigua de la isla, después del goteo de cierres que han sufrido las salas de exposiciones en los últimos años.

«Es un récord de permanencia, más bien de supervivencia en los tiempos que corren», explica el responsable de la sala, sin perder el humor que le caracteriza. Por lo que ha podido saber el gerente, este espacio se dedicará a algún tipo de uso hostelero.

Heberle recuerda que no es la primera vez que una sala de cultura ha de cerrar «no por no poder afrontar los gastos de alquiler» sino por que los intereses de los propietarios van por otros derroteros. «Ocurrió algo similar con la prestigiosa galería Ivan Spence, ya que el dueño de la casa aseguró que había peligro de ruina y se tuvo que cerrar, no pudo seguir», recuerda. Así, el responsable de la sala contaba con un contrato de cinco años que expiró en marzo. Los propietarios le dieron una prórroga «pero se acabó», subraya.

Continuará al frente del espacio Sargantana en San Josep, que funciona desde 1978 «pero es de solo diez metros cuadrados, con lo que allí no se pueden organizar exposiciones», matiza. Ve difícil encontrar un local alternativo en el pueblo porque «los alquileres de los locales de Sant Josep son caros», explica.

Heberle asegura está apenado no solo por el cierre en sí sino porque durante muchos años se ha asociado a Sant Agustí con este espacio cultural. «Siempre que ha salido en prensa cualquier exposición o referencia a la sala ha sido asociada al nombre de Sant Agustí», recuerda el galerista.

Heberle enmarca el cierre de la galería «en el cambio del modelo turístico de la isla», un progreso «relativo» que hace que « llevar a cabo una actividad que no esté dentro de esa moda te convierta en un alienado. Parece casi un crimen dedicarse a estas cosas», subraya.

En el artículo de La Miranda de 24 de octubre de 2008 titulado ´Gastão, el hombre tranquilo´, Vicente Valero recordaba la vida de este profesor de Latín y Griego que dejó atrás su Brasil natal «acosado por la dictadura militar del General Costa e Silva». Después de pasar por Moscú se instaló en Estocolmo con su mujer, la artista Jussara. En 1970 viajaron a Madrid donde conocieron al actor Julián Mateos, «que no solamente les ayudó a instalarse en la capital, sino que les recomendó, cuando llegó el verano, que viajaran a Ibiza. Y así lo hicieron», recuerda Valero.

Pero todavía no se asentaron en España. Vivieron una temporada en París, otra en Colonia y también en Lisboa pero siempre que llegaba el verano «viajaban a Ibiza, hasta el año 1977, cuando definitivamente decidieron que no valía la pena seguir dando vueltas por Europa y se quedaron a vivir en la isla», añade el escritor. Valero añade: «Ir a ver una exposición en la Galería Berri significa también envolverse de esa atmósfera de paz y de naturaleza de estampa antigua, casi inalterable, que se percibe todavía en la plaza del pueblo de Sant Agustí».