Norbert Itrich Prella (Sztum, Polonia, 1973), organista titular de la Catedral de Santander, lleva doce años afincado en España y está llevando a cabo la restauración y ampliación del órgano de este templo, que ya es el único del mundo con teclado invertido. Ahora se encuentra en la isla para improvisar sobre una pieza folclórica ibicenca en el XX Festival Internacional de Música, esta noche a las 22 horas en la Iglesia de Sant Carles. El concierto contará con un circuito interno de televisión para proyectar la actuación del músico en una gran pantalla frente al altar.

—Viene de una familia de músicos, ¿influyó esto en su formación?

—Sí, mucho. Yo soy el más pequeño de mis hermano y todos tocaban dos instrumentos. Con ocho años les decía a mis hermanos que quería tocar. Siempre me decían que no, que era pequeñajo y ahora, ¡el mejor soy yo!

—Toca el saxofón y el órgano. ¿Qué tiene un instrumento que no tenga el otro?

—El órgano no tiene sonido de saxofón. Y el saxofón no da tantas posibilidades como el órgano. Uno no tiene y otro no da.

—¿Por qué se especializó en música religiosa y en liturgia musical?

—Hace tiempo mi hermano, que fue organista en la parroquia, iba a bautizar a su hija. Alguien tenía que tocar el órgano durante la misa así que yo me ofrecí y así me introduje en este mundo.

—¿Qué ofrece el órgano?

—Tocar el órgano se trata de jugar con diferentes sonidos y experimentar. Como saxofonista, me gusta improvisar. Con la imaginación que tengo, al estar delante de un órgano puedo jugar.

—A la hora de hacer composiciones, ¿qué le inspira?

—La música siempre está, sale del corazón. Es la vida la que inspira.

—La música de órgano no es muy popular. ¿A qué cree que se debe?

—El primer fallo es que la mayoría de organistas son y fueron sacerdotes y curas. Este es el primer elemento que no favorece al órgano. El acceso a los laicos es bastante limitado en España. En Polonia no, son los laicos los que ocupan el puesto de organista.

—Además de organista y profesor, usted construye órganos. ¿Cómo es el instrumento perfecto?

—No existe. Una vez acabas una obra, piensas que puedes mejorar algo. No existe y no existirá porque es un invento que siempre está evolucionando y mejorándose. Siempre quedarán algunos locos que incorporarán algo nuevo.

—¿Cómo espera que sea el órgano de la Catedral de Santander cuando salga?

—Cuando salga, será un órgano referente durante medio siglo, por lo menos. Hay órganos emblemáticos en cada país pero, cuando terminemos el proyecto, yo creo que en España, será el de Santander.

—¿Dónde y cuál ha sido el concierto más especial que ha dado hasta el momento?

—Uno de los conciertos que me ha sorprendido más fue uno que ofrecí tocando órgano y saxofón en Alemania. Me dijeron: quizás vienen solo 20 personas porque hemos hecho todo tipo de conciertos y en todos ha habido el mismo número de asistentes. En cambio, ese día, la iglesia se llenó y la gente estaba de pie.

—Si pudiese tocar en cualquier lugar y cualquier órgano, ¿dónde y cuál sería?

—Por curiosidad, me gustaría tocar un órgano que hay en Filadelfia (EEUU), en un centro comercial.

Tiene siete teclados y más de 200 registros. Además, en tiempo de Navidad, la fachada del instrumento se cubre con lucecitas y éstas bailan al ritmo de la música que toca el organista.

—Antes de dar un concierto, tiene que conocer bien el órgano y el espacio en el que tocará. ¿Cómo es este proceso?

—Primero entender el lugar para ver cómo responde el sonido. Luego el funcionamiento técnico. Y finalmente, el tacto de cada instrumento. Esto último es lo que más tiempo requiere.

—¿Qué espera de su concierto en la isla?

—Primero disfrutar y luego, hacer disfrutar.