­Tras la publicación de dos reportajes en los que empleados de algunos de los centros dependientes del consorcio sociosanitario denunciaban que la calidad asistencial que reciben los residentes está descendiendo a consecuencia de los recortes, la consellera de Bienestar Social, Mercedes Prats, se reunió ayer con familiares de residentes en Can Blai y Can Raspalls para tranquilizarles ante la alarma que considera pueden haber generado estas informaciones.

Prats estuvo acompañada por Maite Planells, gerente del consorcio, e intentó desmentir las denuncias de los trabajadores, que considera poco contrastadas a pesar de que fueron varias las personas que las ratificaron y de que todas sus quejas, que afectaban a distintos centros y departamentos, están grabadas . En ambos artículos se denuncia falta de presupuesto y por tanto de material y de personal, pero la consellera indicó que los profesionales de las residencias (que están sumidos en un conflicto laboral) se han sentido «menospreciados», aunque en ningún momento los reportajes hacían referencia a su profesionalidad o falta de esta. En la reunión de Can Blai, celebrada en la capilla del centro con decenas de familiares y bajo un calor sofocante (en esta estancia tampoco hay aire acondicionado), Prats animó a comparecer ante los familiares a la dietista, al responsable de mantenimiento y a tres profesionales sanitarias para que desmintieran ante las familias las deficiencias denunciadas por sus propios compañeros.

Planells llegó incluso a anunciar que se querellaría contra este periódico por considerarse aludida en las declaraciones de uno de los empleados. Este relató que existía un acuerdo con una empresa de alimentación para comprar alimentos con fecha de caducidad próxima a bajo precio. La consellera invitó a los parientes que se sienten satisfechos con el trato recibido en Can Blai a que defendieran en voz alta el buen hacer del personal (algo que nadie había cuestionado), pero tuvo que escuchar también las recriminaciones de otros familiares que no solo corroboraron algunas de las denuncias aparecidas en Diario de Ibiza sino que añadieron nuevas deficiencias a la lista.

Entre otras cosas recriminaron a la consellera que fuera la primera vez en dos años que se reunía con los familiares y que el director del centro, Jesús Monge, no estuviera presente en la reunión. «Está formándose», le excusó, y las familias replicaron que la reunión se podría haber pospuesto hasta que esta persona, ante quien muchos aseguraron haber presentado reiteradas quejas, estuviera allí para rendir cuentas.

Prats defendió fehacientemente la labor del «espléndido» equipo del centro y llegó a asegurar que si estaba allí era precisamente para defender a la plantilla. Ante las airadas protestas de los presentes, que consideraron que a quien debe defender la consellera de Bienestar Social es a los ancianos, esta rectificó y aseguro que su «principal preocupación» son «los profesionales y también los usuarios». Una de las familiares presentes le hizo notar lo contradictorias que son su actitud y la de Monge, que en una reunión con parientes celebrada recientemente desprestigió a los empleados, dijo que eran un «equipo terrible» y aseguró que algunos tenían arraigos sindicales por su antigüedad. «Incluso nos invitó a pasar un día con él para comprobar cómo funcionaba esto y a grabar las situaciones que los familiares creyéramos que se debían denunciar. Eso me pareció deplorable», lamentó.

Prats explicó que el jueves, día que se publicó el primero de los reportajes, reunió «a todo el personal» para preguntarles si las informaciones publicadas eran ciertas y que le aseguraron que no.

Reconoció que «hay deudas» y que ha habido «algunos problemas de gestión que debe solventar la Administración», aunque aseguró que «el día a día» del centro es «excelente» y negó que los problemas de financiación afecten al cuidado de las personas ingresadas en los centros dependientes del consorcio.

Defectos «de construcción»

Las responsables políticas reconocieron que dos de los cuatro ascensores no funcionan y que la empresa responsable de su reparación recurrió a los tribunales para cobrar su deuda, pero aseguraron que ahora se ha llegado a un acuerdo con el abogado de estos acreedores del consorcio para que los ascensores se reparen. Prats señaló que las tres caídas habidas no están relacionadas con la falta de ascensores y que tampoco existe contaminación cruzada porque basuras, comida y ropa sucia se transporten en el mismo ascensor. «Hubo inspección sanitaria el lunes y no hay contaminación», indicó. «Que no hubiera en ese momento no significa que no la haya si los ascensores no se desinfectan después de bajar basura», le recordó uno de los presentes.

Que las tolvas estén estropeadas, que las arquetas del cuarto frío de la cocina rebosen y que el aire acondicionado no funcione son «problemas de construcción», a los que no ofreció ninguna solución. Del aire, por cuya ausencia se han registrado síncopes por golpe de calor, llegó a decir que no se puede arreglar porque hacerlo costaría 800.000 euros.

¿Soluciones?: Familiares que exigen mejoras y respuestas

Del horno averiado hace más de un mes, la consellera indicó que está «a punto de llegar desde Italia» la pieza que hace falta para repararlo. Afirmó que en Can Blai hay «solo» cuatro personas con ulceras en la piel y que dos llegaron con ellas del hospital Can Misses. Tras relatar todo lo denunciado, Prats aseguró que si los parientes le confirmaban que las deficiencias son tales tomaría medidas. «No hay baberos, el otro día no había platos, es muy difícil conseguir una cucharilla o una toalla para limpiarles las legañas. Los cinturones de las sillas de ruedas están hechos mierda. Las reparaciones de mantenimiento tardan mucho más en subsanarse. Mi pariente no camina y se cayó durante la ducha», indicó la sobrina de una residente, que explicó que ayer mismo no había ni un celador en todo Can Blai, porque el único que trabajaba había tenido una lesión. «Tengo una instancia presentada en agosto de 2012 por una caída en una ducha por haber usado una silla deteriorada y aún estoy esperando respuesta», denunció otro pariente. Varios coincidieron en que los ancianos se quedan con hambre cuando solo se les ofrece un zumo y pidieron que les sirvan también galletas.