El momento más emotivo de la procesión del Santo Entierro de Vila, o al menos uno de los más impactantes, se vivió cuando un cofrade de la Virgen de la Piedad se encaramó a la imagen para prender de la cruz un crespón negro en memoria del que fue su presidente durante siete años, Juan Antonio Serra, fallecido recientemente. Muchos fieles de la parroquia de Sant Elm, a la que pertenece la imagen, no pudieron contener las lágrimas cuando el capataz del paso gritó a los costaleros mientras elevaban la imagen de nuevo: «¡Vamos, al hombro, por Jose Antonio!».

Uno de los testigos de este emocionante momento fue Natalia Figueroa, esposa del cantante Raphael, que vivía por primera vez una procesión de Semana Santa en la isla. «Tenemos una casa en es Cubells y venimos en verano, Semana Santa y Navidades pero es la primera vez que veo una procesión en Ibiza. Este lugar [por la plaza de la Catedral] es impresionante, estoy encantada», confesaba, cercana y accesible, a Diario de Ibiza. Raphael está en Ibiza pero no se pudo acercar a la procesión porque tenía que atender unos asuntos de trabajo, según confesó Figueroa.

Expectante al inicio de la procesión estaba también María del Pilar Albanchel, miembro de la Agrupación Musical de Nuestro Padre Jesús Cautivo, que no solo se estrenaba en la procesión sino que tenía la responsabilidad de portar el estandarte de la banda, una labor que normalmente realizan hombres. «Voy a acabar con el mito de que las mujeres no pueden, porque pesan», decía con una sonrisa amplia. La banda, que preside Vicente Nadal y que pertenece a la parroquia de Santa Cruz, la dirige Juan Antonio Avilés, que también prepara a la del Cristo Yacente.

Dos espectadores, Ana Cabrera y Antonio Arroyo, seguían con especial interés la procesión ya que uno de sus hijos, Benjamín, tocaba la trompeta en la agrupación del Cautivo, mientras que otro hijo, José Manuel, salía como cofrade en Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. Acostumbrados a la Semana Santa sevillana, ya que son de la Puebla de Cazalla, reconocen que cuando llegaron a Ibiza en el año 1969 les sorprendió que «casi no había procesiones». «Por eso nos alegra tanto ver que cada año hay más cofrades, más cofradías y más gente en las procesiones de la isla», confiesa Arroyo.

Aunque había mucho público, tanto en Dalt Vila como en el Rastrillo y por las calles de la Marina, algunos espectadores curtidos en la materia aseguraban que había menos gente que otros años y que podría deberse a que la Semana Santa ha caído muy pronto, lo que no favorece la llegada de turistas a la isla. De todos modos, la afluencia fue más que destacable y prueba de ello son las largas colas que esperaban en Vara de Rey a los autobuses del servicio que puso en marcha ayer el Ayuntamiento para subir a los fieles a es Soto.

La procesión la abrió la agrupación de fieles Nuestro Padre Jesús Cautivo, que muy probablemente el año próximo se convierta oficialmente en cofradía. Eran las 20.35, apenas cinco minutos después del horario previsto. Tanto esta como las demás imágenes de los diferentes pasos fueron recibidas al salir de la Catedral con el himno de España interpretado por las diferentes agrupaciones musicales de cada cofradía a las que también se sumó la banda municipal Ciutat d´Eivissa.

Aplausos a los costaleros

La salida de la catedral de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, a las 20.45, fue recibida con vítores y aplausos tras la delicada maniobra para franquear el arco de la puerta del templo. El Cristo de la Agonía, por su parte, salió a las 21.10 horas iluminado por la espectral luz de las velas, seguido por la Virgen de la Esperanza, que pertenece a la misma hermandad. Los espectadores pudieron admirar el impresionante bordado nuevo del manto de la imagen, confeccionado este año por las monjas de Santa Clara de Alcaudete (Jaén).

La Virgen de la Piedad salió del templo a las 21.25 horas. Los cofrades lucieron pequeños lazos negros en memoria y homenaje de su fallecido presidente y todas las cofradías llevaron crespones negros en sus estandartes con el mismo fin.

Los porteadores de la Virgen de los Dolores, la siguiente en salir, demostraron un año más un gran control y agilidad para superar el escollo de la puerta de la catedral. Una salida limpia acompañada por un único y solemne tambor.

El Cristo Yacente, sobre un lecho de claveles rojos, salió del templo a las 21.50 horas, momento en el que algunos bebés ya dormían en los carritos y brazos de sus padres, impertérritos al retumbar de los tambores. El obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura, y autoridades civiles como la alcaldesa de Ibiza, Marienna Sánchez-Jáuregui o el conseller Álex Minchiotti cerraron la comitiva y, tras ellos, a las 21.55 horas, se cerraron las puertas de la catedral.

La cofradía del Santo Cristo del Cementerio se unió a la procesión cuanto ésta alcanzó su templo, Santo Domingo, y un año más mostraron una gran solemnidad y una formación perfecta en su recorrido hasta Vara de Rey.

La procesión, que el año pasado logró ser ágil y completar el recorrido en dos horas y media, volvió a ralentizar su marcha en esta ocasión ya que a las 0.15 horas, casi cuatro horas después de salir la primera imagen de la catedral, los últimos pasos alcanzaban el final en Vara de Rey.