En la II Fira Rural de ses Quatre Véndes no hay lugar para las baratijas de China, la artesanía hecha en serie en Bali o las frutas sulfatadas o abrillantadas con cera. Todos los productos son totalmente naturales y la artesanía sale de los talleres de la isla después de muchas horas de trabajo invertidas en cada pieza. Este es el caso de Franchesca Kirby y Lola Francisco. En el primer caso elabora toda clase de sombreros, cestas, mandiles y otros complementos y, en el segundo, muñecas payesas a las que no les falta detalle, ni siquiera una imitación de la emprendada en el caso de las más grandes y elaboradas. Las dos coinciden en que hacen falta más ferias como esta. «A la gente cada vez le gusta más llevarse un recuerdo de la isla que represente a Ibiza de verdad y que esté hecho aquí», subraya Lola Francisco (Ses Pepas). Ambas cuentan con la carta de maestra artesana.

En la misma línea Juan Bonet, que confecciona cuchillos tradicionales típicos ibicencos, agradece estos puntos de encuentro en los que poder dar a conocer su trabajo. Sus piezas más elaboradas son los cuchillos que llevaban los jóvenes antiguamente atados al cinto en el festeig. Un trabajo muy laborioso y decorado con motivos fitomorfos (espigas, enebro), que suele realizar por encargo.

Caballos y baile

Los más pequeños montaron en pequeños carros tirados por diminutos ponis y disfrutaron acariciando a los caballos, que se prestaban mansamente a sus muestras de cariño y curiosidad. Cabras y ovejas completaban el muestrario animal.

Otro de los rincones más visitados de la feria fue el de la Asociación Ornitológica deportiva de Ibiza y Formentera donde José Manuel Montesinos, Juan Recio y José Robles llevaron una representación de los pájaros más significativos. Canarios, diamantes, jilgueros mutados (una variedad exclusiva de cautividad) y tórtolas diamante son algunos de los ejemplares que más gustaron al público infantil.

El grupo folclórico Sa Colla de Buscastell no solo hizo una exhibición muy aplaudida sino que también aprovechó la feria para recaudar fondos para sus actividades vendiendo toda clase de tartas, pasteles, cocas y tortillas hechas por las madres de los balladores. Además convocaron un divertido concurso que consistía, previo pago de dos euros, en adivinar el peso de dos cestas de regalos. «El que más se aproxime sin pasarse, se las llevará», explicaban Laura Torres y Bartomeu Costa, ambos miembros de la colla.

Muchos visitantes optaron por comprar algún producto natural y ecológico como las verduras, frutas, aceites, vinos y quesos que vendía ayer Adriana Molina, de Can Muson. «Los productos son de ´animales felices´, como me gusta llamarlos, y las frutas pueden no tener el aspecto brillante de las del supermercado pero eso es porque no se han utilizado sulfatos para cultivarlas», remarcaba.