El capó de un jaguar granate, el primero de la exposición de vehículos antiguos que abre la Fira Artesanal del Puig de Missa, enciende los recuerdos de Carmen Guasch. «Mi hija llegó a la iglesia en uno como este, pero negro, el día que se casó», comenta parándose frente al vehículo, en parte para admirarlo y en parte para descansar de la subida, que ha hecho a toda prisa instigada por su nieta, Alba, que solo tiene un objetivo: comprobar si, como le han dicho unos amigos hace unos metros, hay animales. Los hay.

Aunque en el Puig de Missa, especialmente a los mismos pies de la iglesia, apenas se puede caminar debido a la multitud, el intercambio monetario es más bien escaso en los puestos, según comentan varios de los alrededor de 80 artesanos que participan en la feria. Los asistentes van con las ideas claras. Ingrid busca un vendedor de frutas y verduras ecológicas. «Sé que siempre va a los mercadillos, a ver si lo encuentro», comenta. Viene preparada. El cesto payés, vacío para llenarlo.

Antonio y África despachan, con relativa rapidez en algunos momentos, sus botes de miel de Ibiza. La más buscada por los ibicencos, la de frígola, ya cuajada. La miel con su trocito de panal -«en bresca», piden- es otra de las estrellas del puesto, situado junto al de Amics de la Terra, donde intentan concienciar de la importancia de las energías renovables.

Pocos se resisten al fuerte olor que despide el enorme puesto de encurtidos que preside uno de los accesos al Puig. Muchos visitantes pasean entre los artesanos picoteando aceitunas y pepinillos en vinagre. Otros se guardan los arenques en salazón para más tarde pero no resisten a probar la coca que les ofrecen en algunos puestos. Ahí también han llegado los recortes: «El año pasado había una por mesa y este, una para cada tres», comenta un vendedor que pide mantenerse en el anonimato. No sea que el año que viene le dejen sin su tercio de coca.

Pepa López, restauradora de muebles antiguos, explica una y otra vez su labor a quien le pregunta, especialmente a las personas mayores que se quedan contemplando durante largo rato el baúl antiguo que preside su mesa. Les recuerda los que tienen o alguna vez tuvieron en sus casas, aquellos en los que guardaban ropa y sábanas de niñas. «Muchos acababan en las hogueras de San Juan», lamenta la restauradora, que asegura que cada vez en la isla se valora más el mobiliario tradicional.

A lo largo del recorrido y en el porche de la iglesia, los artesanos muestran su trabajo: elaboración de instrumentos musicales, alfarería, confección de mantones, bunyoleres, trabajos de esparto... Junto a ellos, muchos puestos de manualidades convertidas en oficio por las circunstancias: varios puestos de broches y diademas de tela, otros tantos de bolsos, de auténticas prendas de lana tejidas a mano, de objetos decorativos con piedras...

El premio

CONCURSO

El mejor vino payés, el de Joan Torres Planells

Joan Torres Planells se hizo ayer con el premio al mejor vino payés de la feria. El segundo premio y la mención especial para los vinos no tintos fueron para Vicent Serra Cardona mientras que Antoni Guasch Tur se hizo con el tercer premio.