A Paola, una niña de solo un año y medio, se la ve suelta llevando a Wity posada sobre la capucha de su abrigo. La pequeña no acaba de confiarse y cada cierto tiempo gira un poco la cabeza para observar a la cacatúa ninfa, que no se inmuta con el movimiento ni con la atención que despierta. «Se ha criado con ella; la niña gateaba y él [en referencia al ave] iba también por el suelo», resalta Fran, el padre de Paola, quien añade que a la niña le gusta llevar a su mascota, aunque antes le daba un poco de miedo.

Wity -un nombre idea de Paola- fue una de la treintena de mascotas bendecidas por el párroco Vicente Prats Ribas en el paseo de s´Alamera de Santa Eulària. La ninfa, a la que Fran se encargó de llevar ante el cura para recibir el agua bendita, se convirtió en el ejemplar más exótico, y compartió la experiencia con dos gatos -uno de peluche, según aclaró un testigo presencial- y con un montón de perros.

«Gatos se ven muy pocos», comentaban dos señoras al ver uno, este auténtico, de un bello y suave pelaje color marrón y al que el párroco no pudo resistirse a acariciar después de bendecirlo.

El acto resultó bastante breve, tal vez porque el temporal que durante el fin de semana ha azotado las islas desanimó a algunas personas a acercarse hasta s´Alamera. Empezó con el sonido de una flaüta y un tambor y a continuación el sacerdote, rodeado de gente, solicitó a Dios «que guarde siempre en la gracia de su bendición» a los animales allí presentes, entre los que había perros que no dejaron de ladrarse pese al intento de sus propietarios por que se calmaran.

Después, los dueños de las mascotas se pusieron en fila y, con sus animales en brazos, pasaron a recibir el agua bendita. Además de la ninfa y los gatos, desfilaron canes de todas las edades, tamaños y razas. Los había incluso muy abrigaditos y ataviados con sus galas para el domingo.

Goyi González, fiel a esta cita, tiene dos perros, pero solo llevó a bendecir a Beethoven, un caniche de cinco años regalo de su hijo, porque el otro, al que recogieron «de la basura», está ya «muy mayor».

También se reunieron para la ocasión Dex y Stone, un padre de cuatro años y un hijo de cuatro meses, respectivamente, que se llevan entre ellos «de maravilla», según explican sus dueños, Francisco, Nao y Felipe. El joven era, obviamente, la primera vez que era bendecido, y respecto al padre, Francisco reconoció que otros años se les ha pasado quizás porque el acto no es tan conocido como el de Sant Antoni.

Al acabar la bendición, el párroco y las autoridades, entre las que estaba el alcalde, Vicent Marí, y algún concejal, se marcharon y quedaron en el paseo de s´Alamera algunas mascotas con sus dueños, inmortalizando el momento.