La crítica de arte cubana Wendy Navarro destaca el poder «enigmático» de la obra de Umberto Peña, sus trazos expresionistas, su especial acento sobre los aspectos psicológicos del cuerpo y la realidad cotidiana, así como su original investigación sobre diversos métodos y lenguajes pictóricos «en la búsqueda de una expresión propia». Con estos lienzos, que presenta hoy a las 21 horas en el Club Diario, Peña abre una nueva vía de expresión, alejada y a la vez conectada con aquellos primeros cuadros de los años sesenta, profundamente transgresores, sexuales y provocativos con los que se hizo un nombre en el panorama cultural de su país y también fuera de sus fronteras.

—¿Qué relación le une a Ibiza? ¿Cómo surge esta exposición en el Club Diario?

—Ibiza es un lugar muy conocido en el mundo y siempre hay un deseo de conocerlo o venir de nuevo. Pero me une a Ibiza una relación de tipo familiar. De ahí surgió la posibilidad de exponer en el Diario la obra en la que he estado trabajando los últimos años en Salamanca. Traigo 18 cuadros de gran formato que forman parte de una exposición que realicé en Salamanca a principios de año. Es mi primera exposición en la isla y ojalá no sea la última.

—¿Y cómo un cubano acaba viviendo en Salamanca? ¿Un isleño en Castilla y León?

—Me fui de Cuba en el año 1992, desde entonces he vivido en Miami hasta que conocí a la que actualmente es mi esposa, Ángeles, que es profesora de Matemáticas en Salamanca. Decidimos unirnos hace seis años y me vine para acá. Estoy en Salamanca por amor, por una razón sentimental. También estaba un poco cansado del mundo americano, me gusta más Europa. Aquí se disfruta la vida de otra manera. En América las distancias son muy grandes, siempre dependes del coche. Las cosas son muy diferentes allí. Vivía en Coral Gables, que es una zona muy chic pero le faltaba la vida de la calle.

—¿Ese cambio de vida y de entorno ha influido en su obra?

—Creo que sí, la obra se ha hecho más europea. Mi pintura era de tonos más fuertes, más vigorosos, más brillantes. Y ahora ha tomado otros tintes, otros claroscuros y quizás influye un poco el medio, la luz, que no es tan brillante. Los inviernos son más largos y los días son más grises.

—¿Se ha adaptado a Salamanca?

—Es una ciudad joven y muy movida, porque está llena de estudiantes. No es una ciudad de retiro. Al principio me molestaba un poco el frío pero me compré buena ropa. Y no he notado la falta de sol porque Castilla es muy luminosa, tiene mucha luz, no tanta como Ibiza, pero no es una ciudad del norte europeo, gris, nublada, lloviznosa. Incluso cuando viene el calor, ahora añoro un poco el frío [risas].

—¿Cómo definiría su estilo? En sus anteriores obras era muy provocador.

—Soy diseñador gráfico y he trabajado toda mi vida en esto. La obra de los años 60 y 70 que hice en Cuba venía del mundo del pop art, que en aquel momento tenía mucha importancia y auge. Después, durante un tiempo, dejé de pintar y me centré en el diseño y también realicé esculturas mórbidas con telas. Abandoné el pop art y entré en el mundo del textil. Con la pintura no he sido completamente constante, ya que la he combinado con el diseño y el textil. Hay mucha creatividad en el diseño pero la gente no aprecia su influencia, cómo determina los gustos, el enfoque de la vida. En estas últimas obras que presento retomo elementos que tienen que ver con el principio de mi trabajo, el expresionismo figurativo, aunque ahora son un poco más oníricas. Con los años me he puesto más metafísico al presentar las formas en el espacio. Trabajo dentro de esa búsqueda de la comunicación, de la diferencia, de la búsqueda del yo, del otro, el acercamiento, la extrañeza... Es una obra con un discurso interior mucho más difícil, menos explícito. [Para conocer la obra de Peña es muy recomendable la web www.umbertopena.com].

—Más enigmática y menos provocativa que la de los años 60.

—Menos impactante de color y forma, de líneas y dibujos. Trabajo más con una especie de figuración surreal.

—¿La realidad política de su país ha estado presente en su obra?

—Los trabajos anteriores reflejaban bastante el contexto en el que se nutría y desarrollaba. La actual no es una obra contestataria, es más reflexiva... En la Cuba de los 60 había cambios constantes, cambios políticos, sociales. Todo se fraguaba al fervor del proceso revolucionario. Ahora hay mucha distancia de todo aquello. Al hacerme mayor, para no decir viejo, me he vuelto más reflexivo.

—Permítame decirle que no aparenta los años que tiene.

—[Sonríe] Gracias. Voy a cumplir 75 en diciembre.

Pulsaciones de la utopía ´Fogonazos de recuerdos latentes´

La crítica ha dicho de la obra más reciente de Peña: «Figuras y fondos se inundan de tonos tierras, ocres, grises y azules, más o menos intensos o nublados, representativos de un paisaje diferente que, junto al movimiento vertiginoso de trazos, líneas y rasgados de pincel [...] parecieran representar extraños acontecimientos, fogonazos de recuerdos latentes».