­El número de personas que están diagnosticadas de trastorno bipolar es inferior al de aquellos que sufren la enfermedad y que o no lo saben o su diagnóstico es erróneo, según las estimaciones de la doctora de la Unidad de Trastorno Bipolar del Hospital Universitario La Paz de Madrid Consuelo de Dios, quien cree que «hay mucha gente que no está recibiendo tratamiento ni tampoco se la ha identificado como personas con una enfermedad mental grave, y esta lo es».

De Dios participó ayer en el seminario ‘El desgobierno de la mente’, organizado por Lundbeck en Ibiza y dirigido a los medios de comunicación. Unos 30 periodistas de diferentes puntos de España que informan del ámbito de la Psiquiatría acudieron al encuentro, en el que también participaron el jefe del servicio de Psiquiatría y responsable de la Unidad de Trastorno Bipolar del Instituto de Neurociencia del Hospital Clínic de Barcelona, Eduard Vieta, y el director de área de Psicoeducación y Tratamientos Psicológicos y Programa de Trastornos Bipolares del mismo centro, Fracesc Colom.

«El trastorno bipolar es una enfermedad con base genética en la que hay una alteración en la regulación de las emociones», explicó de Dios. Así, la persona que lo sufre tiene momentos de euforia, de hiperactividad, de alteraciones del sueño, y otros de depresión, y entre ellos, periodos de normalidad.

Colom quiso dejar claro que no se trata de un trastorno mental o de la mente, sino una enfermedad del cerebro y resaltó que esta distinción es importante pues así resulta menos «estigmatizante».

Infradiagnosticado

Para Vieta, el trastorno bipolar está infradiagnosticado pues «muchas veces la gente no acude al médico o por temor o porque no sabe que tiene una enfermedad». «Cree que es así y la gente no va al médico por eso», resaltó, y consideró que contra esta situación es importante informar para que se conozca. «Igual que se ha aprendido que la tensión arterial hay que mirársela o que comer carne cada día no es bueno, hay que saber que cuando hay alteraciones emocionales conviene ir al especialista», señaló el experto, que opinó que ayudaría que la gente comprenda que «ir al psiquiatra no es estar loco». «Igual que pasamos la ITV del coche, tenemos que pasar la ITV a nuestro funcionamiento mental», añadió.

Otra cuestión es, además, que el trastorno bipolar en ocasiones no se diagnostica bien. «A menudo se confunde con una depresión recurrente, pues los pacientes suelen ir al médico cuando están deprimidos, no cuando están con una hipomanía en la que hay euforia o conductas de más actividad, desinhibición, de estar más hablador o gastar más», afirmó de Dios. Asimismo, apuntó que se puede confundir con psicosis por drogas, ya que las consumen «muy a menudo» u otras enfermedades como la esquizofrenia. «El diagnóstico muy a menudo no es fácil», resaltó.

La enfermedad puede aparecer en cualquier edad, aunque es más frecuente entre los 18 a 30 años. Según de Dios, si bien tiene una base genética, esto no lo explica todo ya que influyen factores que tienen que ver con el ambiente, como el consumo de tóxicos, tratamientos como los corticoides y factores estresantes de tipo social. «En un momento dado, en personas vulnerables el que aparezcan estos factores puede provocar que la enfermedad se exprese, se precipite, aparezca», dijo.

El tratamiento

Para abordarla es fundamental el tratamiento farmacológico que se complementa con otras medidas, como la «psicoeducación», indicó de Dios, que tiene que ver con enseñar al paciente y su familia cómo cambiar su estilo de vida para mejorar el curso y la evolución de la enfermedad, cómo prevenir la aparición de los episodios y poder identificarlos «para evitar que lleguen a ser muy graves».

En este sentido, Vieta dijo que se trata de una enfermedad «gobernable y tratable». «Se puede controlar con determinadas conductas, hay estilos de vida que la mejoran y empeoran. Un bipolar tiene ya una vida tan intensa por la propia enfermedad, que debería buscar un entorno de vida relativamente aburrido», dijo.