El pintor, biólogo y profesor universitario Manuel Quirós presenta mañana a las 21 horas en el Club Diario de Ibiza ´En lo salvaje´, una muestra de su obra más reciente. El mundo animal reina en sus lienzos.

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—En su web www.manuelquiros.com se puede leer «la biodiversidad está amenazada por nuestro actual estilo de vida, en lo que ya se conoce como la sexta extinción». ¿Las generaciones futuras solo tendrán restos fósiles, cuadros y fotografías para reconocer especies actuales?

—Esta afirmación no la hago yo. Solamente soy un vector de un tipo de información que nadie lee. Organismos de prestigio internacional como la WWF, la IUCN, Naciones Unidas o la propia UE hacen continuos llamamientos e informes sobre la pérdida de biodiversidad que nos asola. De una manera ética debemos poner las bases para que las generaciones futuras tengan, al menos, las mismas oportunidades que nosotros y nuestros padres hemos tenido para prosperar. Estamos inmersos en la llamada sexta extinción, que está ocurriendo ahora mismo, en el transcurso de una o dos generaciones. Las otras cinco [extinciones] sucedieron en 500.000 años por causas climáticas o medioambientales. La actual está directamente relacionada con nosotros debido a la pérdida continua de bosques, a la degradación del territorio y su fragmentación y a la contaminación. Consumimos más de lo que la naturaleza nos proporciona, contaminamos más de lo que la tierra puede procesar. Hay contaminantes en los niños, incluso antes de nacer, como el BPA, el mercurio, dioxinas y otras sustancias y ahora aparece el calentamiento global. Todo tiene solución y sabemos cómo, pero el cambio no se produce o es demasiado lento, al menos en España.

—¿El hombre es una plaga?

—Sí, en cierta medida así lo es. Este año alcanzaremos la cifra de 7.000 millones de habitantes y para el 2050 superaremos los 10.000 millones según ciertos estudios. Además, el 52% de la población vive en las ciudades y la tendencia es que en las próximas cuatro décadas se supere el 85%. En la ciudad se consume más que en el medio rural y todo procede del campo, que se está abandonando. La comida, la energía, los recursos, todo procede de la naturaleza. Se avecina un nuevo escenario y el hombre debe diseñar un nuevo paradigma, un nuevo ´sistema operativo´ para hacer compatible la vida en la Tierra. Tenemos que desmaterializar el bienestar, además de reducir el consumo y producir de una manera más respetuosa, más limpia con la naturaleza. Si el medio ambiente se va a pique, nosotros vamos detrás, pero los que más van a sufrir son los niños de hoy que no tienen ninguna responsabilidad sobre el asunto. Varios premios Nobel ya nos dicen que los costes del calentamiento global alcanzarán mas del 20% del PIB global. Esto es muy grave.

—El talento del pintor se suma a su conocimiento del mundo animal: anatomía, costumbres y ciclos vitales de los animales. ¿Le distingue esto de otros pintores de fauna sin sus conocimientos?

—No sé las experiencias de otros artistas. En mi caso creo que he tenido que ser biólogo para llegar a ser artista. Sin duda, lo que no se conoce no existe y solo se respeta lo que uno ama. Mi aproximación al mundo animal procede de un respeto y admiración por la perfección de la naturaleza donde, por cierto, están todos los secretos para alcanzar una vida sostenible, pues lleva millones de años de error y acierto en su estrategia por vivir. Solo tenemos que volver a ella. El mundo animal ha sido un tema recurrente que ha despertado enorme interés para los artistas, ya fueran genios (Velázquez, Bacon, Goya, Leonardo, Durero, Rubens, Castillo...) o artistas menores.

—Ha escrito un artículo sobre la pintura de animales a lo largo de la historia. ¿Ha disminuido el interés por el tema? ¿Está relacionado con el distanciamiento entre el modo de vida actual del ser humano y la naturaleza?

—Sin duda alguna. El hombre actual se ha distanciado tanto de la naturaleza que ya no la distingue del medio urbano. Hablamos de la crisis medioambiental como si ésta no fuera con nosotros, como si fuera algo ajeno a nosotros. La naturaleza no tiene un problema, lo tenemos nosotros. La tierra sin el hombre no tardaría demasiado en volver a recuperarse. Bacterias y algas estaban antes de nuestra aparición y sin duda seguirán estando cuando desaparezcamos como especie, si es que ocurre.

—¿Qué destacaría de la técnica, formatos y estilo de la exposición que trae a Ibiza?

—Mi estilo es antiguo, una técnica olvidada, inspirada en el Renacimiento, en el que coexisten numerosas capas. Dotan de uniformidad a la obra, a la vez que imprimen cierta profundidad y misterio. A pesar de la crisis económica, que te empuja casi a la miniatura, yo opto por el formato medio-grande para, de este modo, alimentar al espíritu y engrandecerlo en los malos momentos. Esta es mi primera exposición fuera de la Península y muestro por primera vez mi obra más reciente, de ayer mismo. Se podrá observar una cierta transición, una evolución entre lo último y lo de ahora. Es arriesgado, pues puede aparecer como una ´no uniformidad´, pero me ha parecido interesante que el visitante vea la evolución del artista, algo que normalmente no tiene cabida. La muestra trata de mover la conciencia del visitante hacia un momento de reflexión para admirar parte de la naturaleza y comprender que debemos respetarla como a nosotros mismos.

—Es su primera exposición en la isla, ¿qué relación le une a Ibiza?

—He tardado en conocer Ibiza pero cuando la he visitado y conocido ha surgido una atracción que me empuja a pensar que algún día viviré aquí. Mi hermana Yola y su marido, el gran artista Jorge Castillo, sin duda han contribuido a ello. También las personas que habitan la isla, la amabilidad y buen espíritu de la comunidad, los paisajes y la internacionalidad de la población.

—¿Conoce la biodiversidad de las islas? ¿Algún endemismo le ha resultado interesante?

—Lo que mas me atraen son las aves marinas como la pardela balear, los flamencos, la gaviota de Audouin y otras acuáticas como la cigüeñuela, el tarro blanco, el chorlitejo patinegro o los zampullines cuellinegros, además del halcón de Eleonor o el águila pescadora. El aislamiento propio de la isla, junto con la aridez y el desafortunado e insostenible abandono del campo, con la subsiguiente degradación del medio natural, ha hecho que desaparezcan otras como el sapo verde, la liebre o la garduña. Cuando una especie desaparece perdemos un tesoro de incalculable valor genético, económico y ético. Esto será sin duda por lo que más duramente seremos juzgados por las generaciones venideras.