­Es Canar celebró ayer su día grande, Sant Cristòfol, con una jornada repleta de actividades en la que participaron tanto residentes como turistas y que comenzó con una misa presidida por el obispo, Vicente Juan Segura, y estaba previsto que terminase pasada la medianoche con un espectáculo pirotécnico. Los asistentes también pudieron disfrutar del tradicional concurso de paellas.

Decenas de personas abarrotaron a mediodía la capilla de es Canar para asistir a la ceremonia religiosa presidida por el obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura. Los fieles más precavidos no se olvidaron de su abánico para combatir el calor. Otros, al no quedar ningún asiento vacío en la capilla, tuvieron que buscar algún lugar a la sombra y conformarse con oír la misa desde fuera.

Mientras tanto, algunos de los propietarios de los carros engalanados esperaban pacientemente a que llegase la hora de la bendición de los animales y del desfile en uno de los caminos cercanos a la avenida de sa Capella, primer tramo del recorrido marcado. Allí se encontraba uno de los conductores más veteranos: Pere Ferrer. «Participo en este desfile desde hace muchos años. ¡Ni recuerdo exactamente cuántas veces he venido», explicó Ferrer. «Vengo cada año para continuar con la tradición», añadió. Con menos años de asistencia a sus espaldas, pero con la misma ilusión, se encontraba Rogelio Ferrer. «Este es el tercer año que participo. Como conseguí la yegua y la reuada decidí desfilar, ya que si solo sacas el animal una vez al año parece que la inversión no vale la pena», señaló Ferrer. «Además, después aprovecharé para comer un plato de paella debajo de los pinos», bromeó.

María Guasch, de Vila, era una de las numerosas personas que esperaba pacientemente en la calle a que comenzara el desfile, formado por una veintena de carros engalanados. «Es la segunda vez que vengo a las fiestas de es Canar, aunque es como si fuese la primera, ya que no venía desde hace más de 30 años», manifestó Guasch. En la avenida de es Canar se encontraba, por casualidad, una turista: Andrea, natural de Inglaterra, que desconocía qué se celebraba. «No sabía qué pasaba en la calle, me he parado aquí con mi familia para ver los carros», señaló.

En el bosque estaban los cocineros participantes en el concurso de paellas. Sin embargo, uno de los cocineros, Toni de Cas Pagès, a pesar de no concursar, quiso contribuir con una paella para 150 personas. «Aunque es un sacrificio montar todo esto, vale la pena disfrutar de este ambiente festivo con los amigos», contó este vecino de es Canar, quien aseguró que para preparar una sabrosa paella es básico contar con «alimentos de calidad»: «Gallos payeses y un buen picadillo».

Alejado de la cocina improvisada en el campo estaba Javier Guardiola, uno de los responsables de la pirotecnia. Para los 15 minutos de los fuegos artificiales programados anoche en es Canar son necesarias al menos diez horas de trabajo y 33 kilos de pólvora, según reveló Guardiola: «Llevamos desde las ocho de la mañana preparando el espectáculo pirotécnico y no terminaremos hasta pasadas las nueve de la noche», explicó.