Llevaba 20 años residiendo en Ibiza, trabajando y exponiendo regularmente en las galerías ibicencas, con el vitalismo que le caracterizaba y que sus amigos empezarán muy pronto a echar de menos, pero la vinculación de Carlos Sansegundo con la isla data de mucho más atrás, concretamente de 1960, cuando después de una estancia de cuatro años en Londres –donde estuvo trabajando en el estudio del escultor Henry Moore en la localidad de Hers–, decidió viajar a la isla en compañía de una amiga norteamericana. Aquí se instaló en un apartamento en es Viver y muy pronto se integró en el movimiento artístico de vanguardia de aquellos años, sobre todo después de conocer a Bob Munford, quien lo introdujo en el Grupo Ibiza 59.

Aunque su trabajo por aquella época se adecuaba en general al informalismo, Sansegundo se convirtió en el artista más agresivo del Grupo Ibiza 59, incorporando signos neodadaístas, objetos figurativos encontrados y utilizados como divertimento, piezas en madera, hierro y otros elementos que, como recordaba el también recientemente fallecido Miguel Siguán en una entrevista a este diario, llamaban la atención desde el primer momento, porque parecían desentonar con las obras de sus compañeros de exposición. «Un día –recordaba Siguán–, en una exposición colectiva, de pintura abstracta como era habitual, me llamó la atención un cuadro que desentonaba del resto, porque era como una capillita, de velludo, con unas figuras… Mi mujer me preguntó si sabía de quién era aquella obra y yo le dije que no. Pero, de pronto entró en la sala un individuo alto y fuerte, vestido como de legionario, solo le faltaba un machete, y yo me dije: seguro que es éste. Era Carlos Sansegundo, que luego me aclaró que había sido alumno mío en Santander y que en una ocasión lo había expulsado de clase».

Etapa americana: Pop Art

Rupturista, transgresor, buscando siempre la sorpresa y las fronteras de lo nuevo, Carlos Sansegundo encontró en Ibiza en los primeros años 60 un mundo que parecía construido a su medida. Pero, fiel a su estilo inconformista, no podía quedarse aquí para siempre y buscó nuevas aventuras en Estados Unidos. En 1963 viaja a Nueva York y no regresará a España hasta 1972. Preparaba por entonces su participación en el pabellón español de la Feria de Nueva York, que se celebraría un año después, y, al mismo tiempo, un galerista americano había comprado algunos cuadros suyos tras exponer en el Museo de Arte Moderno de Madrid.

Durante su etapa americana expone poco pero en importantes galerías, como la A. M. Sachs Gallery de Nueva York, en 1965, o la Bonino Gallery, de la misma ciudad, en 1966, entre otras. No menos importantes serán sus contactos y amistades. En Nueva York tratará con los principales artistas del nuevo Pop Art –estilo al que Sansegundo se adscribirá también durante un tiempo–, como Robert Rauschenberg y Andy Warhol. Este último llegó a ser incluso padrino de su boda en 1964 con la galerista Ruth Kligman, célebre musa de artistas como Pollock y De Kooning. Oír contar a Carlos Sansegundo sus múltiples y divertidas aventuras americanas se había convertido en un clásico entre sus amigos y conocidos de la isla en las últimas décadas.

A su regreso a España, en 1972, lo primero que hace es exponer en Ibiza, en la galería Ivan Spence. En esta ocasión, una muestra de esculturas. Pero no fijaría su residencia definitiva en la isla hasta 1990. Hasta entonces, Sansegundo alternó su residencia entre Nueva York y Madrid.

Durante los últimos años, había expuesto en el Club Diario de Ibiza y en las galerías Via2 y Marta Torres. Actualmente se encontraba preparando una escultura en acero inoxidable, de cuatro metros de altura, en homenaje al Marqués de Lozoya.