Huevos, miel, caldo de pollo, azúcar, sal y almendras son los ingredientes básicos de la ibicenca salsa de nadal. Al menos para los organizadores de la segunda edición del ´Grand Prix Pagès´ de Sant Carles, que convirtieron la receta en una de las pruebas del concurso. Obviamente, no era cuestión de cocinarla allí en el campo, pues cualquier buen payés sabe que necesita de horas y horas de preparación, sino de adivinar con qué está hecha. «Algunos preguntaban que de qué pueblo tenía que ser», explicaron las organizadoras. Y es que esto no era una cuestión baladí. Si no, que les pregunten a los ´Power Rangers, Power Pagés´, que criticaron con indignación que «la buena, la de Sant Josep» no lleva caldo. «Y claro, el tetrabrick de pollo nos despistaba», aseguró Pep. Pese a esto y a los toques que le dan en cada casa a la receta tradicional –«mi madre le pone limón», comentó una participante–, hubo equipos que pasaron la prueba en solo seis segundos. Otros se equivocaron hasta cinco veces y les penalizaron con otros tantos chupitos de hierbas ibicencas.

Junto a ´Sa remenada´ –así se llamó–, otras diez pruebas componían el circuito. De ellas, una de las más populares era ´S´emporrada´, en la que los participantes debían beberse de un trago el vino payés de unos porrones –para los abstemios se cambió por fanta de limón–. A media mañana, los más rápidos habían logrado tragar unos treinta centilitros de vino en solo 50 segundos. A María, componente de ´Es Crancs´, no le hace mucha gracia el vino tinto, pero a pesar de ello, y ya que había llegado a la isla desde Barcelona para la ocasión, se lo bebió como pudo. Su compañero, Carles, repetía encantado después de haber hecho el recorrido.

Sin embargo, si a ella, como buena ibicenca que es, se le dio bien una prueba, fue ´Es conills´, donde vistió a la maniquí de payesa «a la primera», dijo. Y es que aunque la ropa era «de los chinos», los concursantes debían conseguir vestir a los payeses de la manera más auténtica y tradicional posible, con sus faldas, camisas y alpargatas. Como en todas partes, hubo despistados que colocaron a la payesa adornos de Navidad en vez de la emprendada. Según las supervisoras de la prueba, y por increíble que parezca, en alguno de los casos la confusión no fue a propósito.

Jugar a marro o tres en raya, en castellano, en la recreación de una posada antigua, con abuela, piedras, martillos y escobas incluidos; adivinar el significado de festejar, rebat, pixonar, engatarse, batafaluga, empaltar o aixancant, entre otros términos payeses; cargar algas en el corral de los cerdos y transportarlas en carretilla, o probar la puntería en el tir amb bassetja fueron algunas de las pruebas aparentemente más autóctonas.

Como ya ocurrió el año anterior, los grupos que participaron, que fueron veinte, debían ir disfrazados; hubo desde pitufos a bebés, pasando por ninjas, payeses y romanos. «La idea era hacer algo oriental con tema payés y nos ha salido esto: una combinación de colores estridentes con vestimenta típica ibicenca», explicó lo más serio posible Felipe, de los ´Power Ranger, Power Pagès´. Carles y su grupo, ´Es Crancs´, habían intentado hacer un llamamiento a la desestacionalización –palabra que después de unos tragos de vino y hierbas ya les costaba pronunciar– del turismo; por ello iban vestidos de «guiris horteras», con calcetines y sandalias, aunque con la piel menos quemada de lo que les habría gustado. «Nos falta el rojo», dijo.

Al final, el grupo vencedor tras hacer el recorrido en el menor tiempo posible fue ´Tabaltes´, que se llevó a casa un cochinillo y una cesta de productos ibicencos.

Pero en Sant Carles no se compitió solo en el ´Grand Prix Pagès´. Unos metros más allá, en la plaza que hay junto a la iglesia, se llevó a cabo la exposición monográfica del pastor alemán, en la que varios perros de esta raza mostraron al público y al jurado encargado de entregar los premios sus cualidades. «Primero tienes que dar una vuelta con el perro trotando para que el juez lo vea. Luego le miran las orejas, los dientes, y el juez elige cuál le gusta más según su forma de andar o de correr y su cuerpo», indicó Mar, de 15 años, minutos antes de entrar a competir con ´Orbit´, un pastor alemán de dos años ganador del último monográfico.

Para acabar la mañana, una última prueba, la de Fernando Alonso en el Gran Premio de Abu Dabi, que se pudo seguir, aunque con decepción final, en pantallas gigantes. Y para completar el ´Pagès Festival´, pastoreo con ocas, ballada popular y concierto.