«Ahora los dibujos están aún más descolocados porque estos días hemos estado buscando dibujos para la exposición», explica Miguel Martínez, director del centro este año y comisario de la muestra que se inaugura esta tarde en el centro cultural S´Alamera para conmemorar los 75 años de existencia de la escuela. De esa cajonera que pasa desapercibida en un aula llena de luz, caballetes, figuras, maniquíes y dibujos han salido las cerca de 60 obras que se expondrán hasta el 30 de noviembre. La más antigua está fechada en noviembre de 1935, apenas unos meses después de que se empezaran a impartir las primeras clases. La última, en 2009. Todas ellas son dibujos al carboncillo o de lápiz compuesto y todas ellas están firmadas y fechadas, condiciones indispensables para colgar de las paredes de S´Alamera. Algunas de las obras han dejado huecos en los muros de la Escola d´Arts, instalada ahora en Can Sifre, en el que es el tercer emplazamiento de su historia.

Tras su creación, durante la II República, mientras se construía el nuevo edificio (que costó 50.000 pesetas) los alumnos asistieron a clase en el antiguo edificio de los dominicos, donde tuvieron que permanecer más tiempo del previsto ya que al estallar la Guerra Civil el ejército ocupó las instalaciones de la avenida de España. Allí se trasladó la escuela hasta 1947 y permaneció hasta 1996, cuando el ruinoso estado del edificio obligó a mudarse a las instalaciones de Can Sifre, donde aún están ahora y para las que el director pide una reforma. Aunque desde el traslado «se van solucionando cosas», cada año reciben dinero para algunas actuaciones y ellos mismos van «haciendo apaños en las instalaciones» al director le gustaría poder contar con maquinaria más actual para los talleres. «Al fin y al cabo, para dibujar solo hace falta un papel y un lápiz, pero para las clases de forja y ebanistería estaría bien», apunta Martínez mientras algunos de sus alumnos entran en la clase de dibujo después del patio.

Tampoco le desagradaría contar con una sala de actos o un lugar para mostrar las obras de los alumnos, que ahora inundan vitrinas en los pasillos, buena parte del espacio de la entrada, rincones y huecos de escalera.

Recuerdos de la época dorada

Entre los trabajos de los alumnos colgados en las paredes destaca un busto clásico de Adrián Rosa (artista que el director asegura que continúa yendo a la escuela a pintar por las tardes, en un taller) al que los estudiantes apenas dan importancia, algo que el director lamenta. Miguel Martínez explica con cierta pena el cambio que se ha producido en las enseñanzas de Arte. «Antes, los estudiantes pasaban seis y hasta siete años en la Escuela de Artes y Oficios. Ahora, son solo dos años y tampoco veo la pasión y las ganas que tenían los alumnos de hace tiempo.

Aquellos que pintaban no solo en clase, también en casa y en cualquier momento porque les gustaba. Ahora, hay alumnos que escogen el Bachillerato artístico porque hay muchas clases prácticas y, de cara a Selectividad, prefieren no tener que empollar muchas asignaturas», lamenta. «Ves los dibujos de los años 50 y 60 y es la época dorada de la escuela. Ahora intentas exprimirles pero no hay manera», insiste. Al director le cuesta entender esa desgana, ya que confiesa que él dibujaba y pintaba siempre que podía.

Martínez cierra con llave la cajonera, en la que los últimos días ha estado buscando obras de Josep Marí y de Carles Guasch, artistas que también pasaron por el centro, para la exposición. No ha encontrado ninguna, aunque no descarta que alguno de sus trabajos en la escuela estén perdidos entre las decenas y decenas de esbozos y obras sin firmar que se acumulan en los cajones. Otros artistas conocidos que pasaron por la escuela fueron el ceramista Toniet o los pintores Paco Riera y Joan Orvay. El director sale de la clase, en cuyas estanterías se acumulan algunas piezas de las clases de volumen. Esculturas y figuras de diferentes épocas de la escuela. Las más antiguas, como una mujer de barro a la que dio forma una alumna de los años 60, han sobrevivido intactas al traslado.

La exposición que se inaugura hoy a las ocho de la tarde pretende servir también de homenaje a Juan José Torres Riera, director del centro desde 1991 hasta el curso pasado, que falleció el pasado mes de septiembre. «Esta muestra comenzó a cobrar forma cuando él era director de la escuela. Queremos ofrecer esta exposición como homenaje a una persona que era, sin duda, uno de los máximos exponentes y referentes en activo de este camino que la escuela ha trazado los últimos 75 años, lleno de arte», señala Martínez en el texto que ha escrito para el catálogo de la muestra. Juan José Torres, profesor de ebanistería, fue el octavo director del centro, cargo que antes ocuparon Joan Torres Juan, Josep Tarrés Palau, Josep Zornoza Bernabeu, Carlos Andrés López del Rey, Francesc Riera Bonet, Ricardo González Gil y Carmen Carretero. «Juan José Torres se ha marchado sin cumplir su sueño. Él tenía la idea de volver a la avenida de España o de contar con un espacio más adecuado», recuerda Martínez quien, sin embargo, garantiza que en la Escola d´Arts no sienten celos ni envidian al Conservatorio, cuya nueva sede se ha construido en el solar que antes ocupaba la Escuela de Artes y Oficios.

Dibujos y esculturas

En la entrada del edificio, frente a conserjería, unos alumnos cogen una colorida escultura de madera. Todo el peso de la pieza parece recaer sobre la cabeza de un cachorro de perro que hay en la base. «Ésta nos la llevamos a la exposición», afirma Martínez, que en una de las mesas de su despacho tiene preparadas otras esculturas de menor tamaño que también formarán parte de la muestra conmemorativa. «Incluiremos algunas piezas para darle un poco de vida», matiza mucho más tranquilo que hace poco más de una hora, durante la presentación a la prensa de la muestra junto al conseller insular de Educación y Cultura, Marià Torres.

En el despacho de Martínez también faltan algunos cuadros que ya están en S´Alamera. Retratos de alguno de los directores del centro, ya que todos ellos tendrán un espacio en la exposición. Una obra y una explicación de quiénes fueron. En un armario de esta sala, en varios sobres y cajas, están guardadas las fotografías de la historia del centro. Todas ellas, igual que buena parte de los dibujos de los alumnos, aún por catalogar y fechar. Algunas de las más antiguas, de los años 50, muestran las obras de los alumnos colgando de las paredes de las inmensas salas del edificio de la avenida de España, entregas de diplomas a los alumnos e incluso toda una serie de imágenes de las alumnas de modelismo de indumentaria (lo que ahora sería diseño de moda) posando con los elaborados vestidos que ellas mismas confeccionaban en papel.

En una de las fotos se pueden distinguir algunos de los trabajos que aún se conservan y que formarán parte de la muestra. También se puede ver a adolescentes de los años 50 y 60 trabajando concentrados en los talleres de forja y ebanistería, algunas de las multitudinarias exposiciones de final de curso e incluso de una conferencia que ofreció Camilo José Cela. Aunque Martínez asegura que los más veteranos de la Escola d´Art eran «poco dados a contar batallitas», recuerda cómo relataban las inauguraciones de las muestras de final de curso, en las que participaban todos los alumnos. «Era un gran acontecimiento social. Acudían todas las fuerzas vivas de la isla. Hasta los políticos y el obispo», señala buscando en el montón una imagen en la que se ve una de estas inauguraciones.

Junto a las fotografías, Miguel Martínez muestra dos pequeños libros de los años 50, editados con motivo de las ferias estatales de escuelas de artes y oficios de España, en los que se habla de la de Ibiza, aunque la mayoría de las imágenes corresponden a los stands de los centros de Barcelona, Madrid, Valencia y Toledo. «En 1951, esta escuela ganó la medalla de bronce. Y en 1953, la de oro» comenta el director actual, que recuerda que el centro, en aquellos años, fue muy importante para que muchos ibicencos aprendieran un oficio (forja y ebanistería) con el que luego se ganarían la vida. Además, asegura que no solo son grandes artistas los alumnos de la escuela que se han consagrado sino también aquellos que, teniendo muchísimo talento, «se quedaron por el camino».