En la década de los años 40, la panadería La Espiga de Oro se trasladó desde la calle Amadeu a la calle Aníbal, donde cambió su nombre por Can Vadell y donde todavía hoy permanece despachando toda clase de delicias dulces y saladas, barras de pan y bocadillos hechos al momento para su fiel clientela.

La pareja fundadora de la pastelería, Joan Marí Planells (Juanito Vadell) y Pepa Ribas Juan, vieron consolidado su negocio cuando su hija, María Marí, se casó con el también pastelero ibicenco Joan Clapés. Juntos comenzaron a elaborar más y más variedades y aportando más fama al local.

El hermano de María, Pepe Vadell, afianzó la empresa y logró ampliarla con la apertura del horno en la calle Canarias que todavía hoy funciona a pleno rendimiento. Pepe se casó en 1958 con Pilar Marí Prats. Ella se ha convertido con los años en el alma máter del negocio familiar hasta hoy, cuando son los nietos del fundador Vicente, Nieves y Pilar, los que hacen posible que la tradición pastelera de la familia continúe.

Felicitaciones de los clientes

La concesión de la medalla les ha hecho «mucha ilusión», confiesa Pilar Marí sin dejar de atender a la clientela. Lleva la distinción con su característica sencillez y modestia, trabajando como cualquier otro día. Son los clientes de toda la vida los que entran como una exhalación en la panaderías para felicitarles por la noticia. El trato es familiar y cercano tanto con los clientes de siempre, que acuden a por sus encargos de barras de pan y ensaimadas, como con los turistas que les piden bocadillos para ir a la playa.

Hasta hoy han pasado por el negocio cuatro generaciones de pasteleros que han seguido las recetas del abuelo. Hay una que es especialmente secreta: la de los ciriacs, un pastel que se elabora sólo en Can Vadell y únicamente para el 8 de agosto, festividad de Sant Ciriac, para degustarlo en la popular berenada de Puig des Molins. La fama de sus ciriacs llegó tan lejos que incluso cuando se preguntaba a un ibicenco quien era Sant Ciriac respondía que «un pastel de Can Vadell». Otra prueba de la enraizada historia de este local es que hasta ha dado pie a un refrán muy popular en los años 50: Coques de Can Vadell, qui en menja està tan gord com ell.

La familia Vadell agradece las aportaciones de muchos familiares y amigos que les regalaron ideas y secretos para enriquecer la pastelería y panadería de este local: «La tía Juanita y sus rosarios de Todos los Santos, la familia Tiparreta, la tía Elena, los maestros Palau, Pepe, Bartolo , Xico o Serellàs», son algunos de los nombres que figuran en el informe que han elaborado Felipe de Peña, cocinero y profesor de cocina del SOIB; Felip Cirer, historiador y director de la Enciclopedia de Ibiza y Formentera, y Fanny Tur, historiadora, archivera y directora del Institut Ramon Llull, para avalar la candidatura de este establecimiento a la Medalla d´Or de Ibiza.

Pero su mejor aval son las delicias que cada mañana aparecen en sus mostradores y los postres especiales para fiestas: panellets por Todos los Santos, cocs de salsa por Navidad, flaó, magdalenas, cucarrois, ensaimadas y orelletes han hecho las delicias de varias generaciones de ibicencos. Muchos de ellos todavía se preguntan de dónde viene el ´Vadell´ del nombre. «Hace referencia al apellido del bisabuelo (Marí Vadell) y que se ha perdido en el tiempo», explica Pilar Marí. No se perderá, al menos por el momento, la tradición de esta saga familiar responsable de delicioso aroma que desde los años 40 saluda cada mañana en la conocida como ´calle de las farmacias´.