Centenares de turistas y los variopintos residentes de Sant Joan: pageses, hippies y millonarios, se agolparon ayer en el centro del pueblo para participar en una jornada de fiesta que abre boca para los actos centrales de los próximos días 23 y 24. Mientras en la iglesia se celebraba la misa, fuera los artesanos exponían y vendían su trabajo. Miel, esparto, juguetes de madera, jabones, cestos e instrumentos musicales tradicionales despertaban la curiosidad de propios y extraños. Casi tanta como los coches antiguos que, encerados y brillantes, resplandecían bajo el sol nada justiciero de una mañana de domingo agitada por el viento. Un elegante Porsche C blanco, un Corvette rojo que acentúa su chulería provocando acelerones, dos simpáticos 600 y un gigantesco Cadillac El Dorado son algunos de los autos que conforman la procesión motora. Acabada la misa le toca el turno a Sa Colla de Labritja que ejecuta sus curtes y llargues mientras las palilleras continúan, impertérritas, sus encajes de bolillos.

Tras el baile llega el desfile de carros y caballos que emboba a los niños y acapara los flashes de las cámaras. Suben a los miembros de la colla y pasan una y otra vez por el centro del pueblo saludando a amigos y familiares. Junto a ellos, los caballos de doma menorquina ejecutan sus cabriolas llevados por unos jinetes muy conocidos en las fiestas de Ibiza, donde se han convertido en habituales. Tanto caballo, tanto poni y tanto burro deja, como no puede ser de otra manera la carretera sembrada de ´minas´ que los sidecars del Club de Motocicletas de Ibiza tienen que esquivar como pueden. Al finalizar el acto el fuerte viento se encarga de despejar el ambiente, que se ha quedado un tanto cargado entre el carburante de unos y las boñigas de los otros.

Catorce a uno

Ayer también se inauguró la exposición de dibujo y pintura de los alumnos de los cursos que imparte la Asociación de adultos de Ibiza y el Consistorio y que han dado muy buenos resultados. Una de las alumnas aseguraba que algunas personas les habían preguntado precios, todo un orgullo para estos aficionados que se resisten a vender. Pilar, María, Alicia y Marga son las encargadas de vigilar la exposición y aprovechan para hacer una pequeña tertulia. No faltan los refrescos y varias bandejas de coca para pasar el rato y agasajar a los visitantes.

«Los alumnos de primer curso presentan dibujos de carboncillo, mientras que los que llevan más años hacen pastel y los más veteranos trabajan en óleo», explican. Aunque mejor utilizar el femenino porque la mayoría son alumnas. «Este año hemos fichado a un señor y lo tratamos muy bien para que no se vaya», bromean entre risas. La profesora es Carmen Ardoy, que este año ha reunido a quince alumnos. Hace unos ocho años que se realiza el curso de pintura.