Enrique Mayans Tur, alcalde de Ibiza entre 1987 y 1989, nació en el barrio de la Marina, un año antes de que estallara la guerra civil. Se afilió al Partido Socialista Popular (PSP), de Tierno Galván, en 1972 y desde entonces ha sido una figura relevante del socialismo pitiuso. Hoy nos trae a estas páginas de memorias sus recuerdos de infancia y juventud, su primer trabajo como radiotelegrafista en el aeropuerto de Ibiza, donde cumplía el servicio militar, su participación en la fundación del Banco de sangre y de la Pimeef, así como la decisión, a finales de los años 50, de abrir un pequeño comercio de tejidos al que ha dedicado toda su vidaInfancia: ciudad y campo

«Gracias a una finca que teníamos nunca llegamos a pasar privaciones ni en la guerra ni después»

«Nací el 8 de noviembre de 1935, en la calle Aníbal, número 9, de Vila, en el segundo piso. Mi padre era Enrique Mayans y mi madre Valentina Tur, de Cas Confiter. Poco tiempo viví en esta casa, ya que al comenzar la guerra nos fuimos a una finca que tenía mi madre, Ca na Glaudia, donde hoy está Campsa, y después tampoco volvimos, pues nada más empezar la guerra cayó una bomba sobre el edificio de la calle Aníbal.

Apenas tengo recuerdos del tiempo de la guerra, pues era muy pequeño. Recuerdo, sí, por ejemplo, algunas pequeñas anécdotas, como cuando mi padre me trajo un día una ovejita de Formentera, a la que cuidábamos como si fuera un perrito. Mi padre era celador de obras del puerto. Gracias a esta finca que teníamos, nunca llegamos a pasar privaciones ni en la guerra ni después durante la posguerra.

Cuando acabó la guerra, nos trasladamos a vivir a Vara de Rey, número 8, justo al lado del Cine Serra. Era una casa de la hermana de mi padre, que estaba casada con Diego Ponce de León, a quien se lo cargaron los nacionales cuando entraron en Ibiza. Allí viví hasta que me casé.

Así que Vara de Rey fue el lugar de mis juegos infantiles. Aunque también nos íbamos por los Molinos. Recuerdo que teníamos una cabaña que, en realidad, era una cueva de la necrópolis. Allí teníamos nuestro cuartel, ya que hacíamos guerras de piedras contra otras pandillas de críos que iban siempre con hondas.

Recordaré siempre un día que estábamos allí reunidos y, de pronto, sentí una pedrada horrible en la cabeza que me dejó un chichón grande como un puño. Había sido Antoni Marí Calbet, que estaba haciendo prácticas por allí con una honda y se le había escapado una piedra»

Del instituto al servicio militar

«Fui un estudiante normalito hasta el último curso en que hice tantas saleras que lo suspendí»

«Desde los 4 años fui al colegio de la Consolación. También fui a clase con doña Emilia e hice la preparatoria con Joanet des Sereno. Entré en el Instituto a los 9 años. Fui un estudiante normalito, hasta el último curso, en el que hice tantas saleras que lo acabé suspendiendo.

Entre mis profesores recuerdo a don Manolo Sorá, a Arellano (padre), Mario, don Jeroni, don Isidoro, don Pepe Tur, doña Esteleta, don Honorato Pineda, el pobre, a quien hacíamos volver loco, y a uno que le llamábamos Pepito Grillo, que daba literatura.

Entre mis compañeros de curso recuerdo a Pedro Caldentey, que era primo mío, a César Puget, Serra Cardona, Armando Torri, que también era primo mío, Vicent Bonet Redolat, los hermanos Padilla, que eran hijos de un guardia civil, Nélida Busquets, Maruja Fernández, Fanny Escandell... Los profesores eran buena gente. El más serio de todos era Manuel Sorá, pero con los otros se podía tratar bien, eran más fáciles de llevar.

Como digo, no terminé el último curso. Entonces, un primo mío, que era jefe de Telégrafos en Palma, me dijo si me interesaría hacer oposiciones para entrar. A mí, en principio no me pareció mal y empecé a hacer prácticas en Telégrafos, cuando estaba en Vara de Rey. Yo tenía 16 años.

Estuve dos años esperando a que convocaran las oposiciones, pero no las convocaron. Pensé entonces en hacerme radiotelegrafista, con la idea incluso de entrar a trabajar en un barco bacaladero, pues se decía que allí trabajabas seis meses y luego descansabas otros tantos. Fui a Madrid para examinarme y suspendí.

Se acercaba el tiempo de hacer el servicio militar, así que me fui voluntario a Aviación. Primero estuve en Madrid, haciendo un curso de radiotelegrafista, en 1956, y después estuve destinado aquí, en el aeropuerto de Ibiza. Mi intención era quedarme a trabajar allí, pues estaban a punto de convertirlo en aeropuerto civil. Y así fue.

En total estuve unos tres años. Recuerdo que se estaba muy tranquilo, llegaba un avión al día y muchos vecinos de Sant Jordi se acercaban para verlo aterrizar en aquella pista de tierra. Trabajaba un día, las 24 horas, y libraba los tres siguientes. Pero al final decidí dejarlo. La verdad es que nunca me gustó estar bajo las órdenes de nadie.»

Una tienda de tejidos

«En 1958 abrimos esta misma tienda, El Retal, en la que he trabajado desde entonces»

«Tenía un amigo que trabajaba en una tienda de ropa y planteó la posibilidad de montar un comercio. En 1958 abrimos esta misma tienda, El Retal, en la que he trabajado desde entonces.

Comenzamos vendiendo retales, que entonces era de locura, pues se formaban grandes colas para comprar. Cuando llegaba me daba vergüenza que hubiera aquella cola, abría la puerta y dejaba que entrara todo el mundo y escogieran. En toda la isla sólo había veinticuatro tiendas que nos dedicáramos al tejido.

Me casé dos años después de poner la tienda, en enero de 1961, con Dolores Planells, de Cas Cubano, con quien salía desde que tenía trece o catorce años. He tenido tres hijos y una hija.

El Club Náutico fue siempre nuestro lugar de recreo. Allí hemos pasado muchas tardes e incluso fui durante años secretario del Club».

Años de fútbol

«Jugaba de extremo, por la derecha, y decían que corría mucho»

«Siempre me gustó mucho el fútbol. Jugué primero en el Caimán y después en el Unión, entre 1949 y 1955. Luego, entre 1956 y 1958, cuando volví de Madrid, jugué en el equipo del Unión que quedó campeón de Baleares. A partir de esta victoria se creó Sa Deportiva Ibiza, con jugadores del Unión y de otros equipos de aquí.

Jugaba de extremo, por la derecha, decían que corría mucho, y en el equipo estaban Felicó, Jaume Balanzat, Toni y Vicent de Sa Gerreria, Juanito Gallet, Armando Bofill... Éramos un buen equipo, ya lo creo.

Podría decir también que el fútbol precipitó mi boda. Cuando el Mallorca subió a primera división, en 1960, me apetecía mucho ir a ver a Palma su partido contra el Real Madrid. Así que se lo dije a Dolors y ella pensó que sería también buen momento para ir juntos a comprar muebles. Fui al partido de fútbol y compramos los muebles. Y a los pocos meses nos casamos.»

banco de sangre

«Lo más bonito de esta experiencia es que nadie, que sepamos, ha muerto por falta de sangre»

«En el año 1967, entre Vicente Bonet Redolat, que ya era donante de sangre, su hermano Paco y yo decidimos estudiar la posibilidad de crear un Banco de sangre en Ibiza. Nos pusimos en contacto con la Cruz Roja y fuimos incluso a Madrid para hablar con el secretario general de esta institución para que nos ayudara a crear el Banco.

Al principio los donantes iban directamente al hospital cuando se les reclamaba, pero esto era un poco molesto. Conseguimos entonces un lugar para extracciones con una pequeña neverita para, desde allí, distribuir la sangre cuando la necesitaran. En 1974, con el nuevo edificio de la Cruz Roja, dispusimos de la segunda planta para este fin.

Hacíamos propaganda para lograr más donantes. El terremoto de Nicaragua sensibilizó a la gente de un modo especial y se consiguieron muchas extracciones y nuevos donantes. Al menos conseguimos unas ochenta bolsas.

Durante 33 años he sido secretario de la Asociación de donantes de sangre. Anécdotas hay muchas. Recuerdo el caso de un hombre que sufrió un accidente con un tractor y había dado sangre sólo unos días antes. Fui a buscar su bolsa: allí estaba, en la nevera. Le pusieron la misma sangre que había dado. Esta anécdota debería servir para convencer a la gente de que su propia sangre puede salvarle la vida. Lo más bonito de toda esta experiencia con el Banco de sangre y de la asociación que fundamos poco después es que nadie, que sepamos, ha muerto en Ibiza por falta de sangre.»

Creación de la pimeef

«Con la creación de la Pimeef se logró cohesión y eficacia burocrática»

«Fui uno de los fundadores de la Pequeña y Mediana Empresa de Ibiza y Formentera (Pimeef). Esto fue a mediados de los años 70. Los abogados Jaume Ribas Cardona y Josep Sala organizaron las distintas secciones.

Estaba en el sector de tejidos y algunas veces tuve que ir a Palma para discutir la distribución económica.

Antes no sabías dónde acudir si tenías un problema, así que con la Pimeef se logró cohesión y eficacia burocrática. Aunque siempre eché en falta la presencia fija de algún gestor que dirigiera todo aquello, teníamos una oficina y resultó muy positivo.

Yo entonces ya estaba en política, en el Partido Socialista Popular (PSP), donde entré de la mano de Paco Bonet, Juanito Ramis y Julio Carreño.