Francesc Imbernon, catedrático de Pedagogía de la Universitat de Barcelona y autor de numerosas publicaciones sobre formación de docentes, clausuró el miércoles por la tarde el ciclo de conferencias organizado por la Asociación para la Reforma Educativa y Pedagógica (Aprep) y que se ha venido desarrollando a lo largo de las últimas semanas. La imaginación y la comunicación para evitar el aislamiento que provoca «muchas bajas por malestar y depresión» son algunos de los valores por los que abogó el especialista durante su alocución, que fue presentada por Gemma Tur, presidenta de este colectivo docente. «Tenemos un modelo escolar del siglo XIX, profesores del siglo XX y alumnos del siglo XXI, ésta es una combinación muy peligrosa», aseguró Imbernon. Para él, el profesorado actual es «moderno», pero los alumnos de ahora son «postmodernos».

Esta ambivalencia provoca un auténtico desencuentro entre ambos elementos, ya que «los profesores fueron educados en la cultura de lo permanente: familia estable, la misma casa, un trabajo para toda la vida», mientras que la ‘postmodernidad’ del alumnado apunta a valores «más fugaces y aparentemente menos sólidos», señaló el conferenciante. «Nuestros padres y nosotros nos jubilaremos en el primer o, como mucho, el segundo trabajo. En cambio, las generaciones posteriores, mis hijos por ejemplo, lo harán al noveno o décimo trabajo», ilustró Imbernon, que salpicó su intervención de anécdotas y experiencias propias para romper «la monotonía del discurso».

A pesar de su documentado pero no muy optimista análisis, el ponente subrayó que «hay esperanza» para mejorar el bienestar de los docentes. «A nuestra generación nos ha tocado vivir cambios vertiginosos y radicales, lo que provoca un gran desconcierto. Hay que pensar que vivimos una época de transición, pero aún así tenemos el mejor profesorado de todos los tiempos y con los sueldos más altos de Europa», elogió. Trabajar en equipo, luchar por menos metas pero más concretas y evitar el aislamiento que supone que el profesor acaba luchando por no sabe qué son algunas de las vías que apuntó para evitar el malestar docente. «Hay que desarrollar la autoestima y echarle imaginación al trabajo», reiteró en varias ocasiones Francesc Imbernon, que concluyó en broma su ponencia con la imagen de un paciente casi en coma tras escuchar una de sus conferencias. «Espero que vosotros no acabéis así», finalizó con humor.