Es innegable que San Agustín es uno de los santos con más tirón popular de la isla de Eivissa. Ayer, el pueblo de Sant Agustí celebró la festividad de su patrón abarrotando la iglesia de la localidad. Unas doscientas personas se reunieron en el templo para asistir al oficio religioso que presidió el obispo de Eivissa y Formentera, Vicente Juan Segura. En la iglesia no cabía ni un alfiler y a pesar que se colocaron sillas junto a la entrada, los más retrasados tuvieron que quedarse de pie.

Juan Segura repasó en su homilía los aspectos más destacados de la vida de San Agustín de Hipona. El prelado realzó el sacrificio del santo, que nació y vivió en el actual Túnez, por la comunidad, ya que tuvo que abandonar su vida monacal para ordenarse sacerdote y auxiliar al obispo Valerio, que no sabía latín.

El órgano de la iglesia y el coro de Sant Agustí pusieron la nota musical al oficio, en el que también se pudieron escuchar el tambor y la flaüta de sa Colla des Vedrà.

Al final de la celebración religiosa, el párroco de Sant Agustí, Álvaro González, deseó unas buenas fiestas a todos los habitantes del pueblo en un improvisado ibicenco con marcado acento colombiano, ya que el sacerdote nació en el país sudamericano.

Después de que los feligreses agradecieran el gesto de su párroco con un aplauso, San Agustín salió en procesión por las calles de la localidad portado por cuatro hombres. Tras la imagen, más de una decena de figuras religiosas sucedían al santo africano. Finalmente, el clero y las autoridades civiles, con el alcalde de Sant Josep, Josep Marí Ribas, Agustinet, y la consellera de Turismo, Pepa Marí, a la cabeza.

Espectadores escoceses

La procesión enfiló la salida del templo y realizó un breve recorrido por las calles del pueblo. A la comitiva se unió mucha gente que no había asistido a la misa y que había permanecido en la animada plaza de la iglesia. La nota pintoresca la ponían dos parejas de escoceses ataviados con camisetas del Celtic de Glasgow que no perdían detalle de la procesión. Con un vaso de cerveza en una mano y una cámara digital en la otra, no desperdiciaron la ocasión de inmortalizar ese momento tan tradicional.

Una vez de vuelta al centro de Sant Agustí, se repusieron fuerzas con una degustación de orelletes y otros productos típicos de la gastronomía pitiusa.