Algunos asistentes a los actos vespertinos de la fiesta en honor de Sant Bartomeu en Sant Antoni se sorprendieron al saber que el grupo folclórico invitado, la asociación cultural del pueblo madrileño de Cenicientos, no iba a bailar ni a cantar chotis. «Nosotros venimos de un pueblo de la sierra Sureste de Madrid, pero no de la capital», aclararon antes de arrancarse por jotas y seguidillas, la música y las danzas tradicionales de esa localidad.

Aún así, el numeroso público congregado en el Passeig de ses Fonts para disfrutar de su actuación y la de Sa Colla Brisa de Portmany se recuperó enseguida de la sorpresa y se dejó llevar por la alegría de las interpretaciones de los de Cenicientos, que interpretaron una jota en honor de la Virgen del Carmen -«comparándola con la belleza de la mujer española»- y una seguidilla en honor de la patrona de su pueblo.

Todo ello sucedía sólo dos horas antes del castillo de fuegos artificiales, uno de los espectáculos estivales con mayor poder de convocatoria del calendario festivo ibicenco. A las diez de la noche, e incluso antes de las ocho de la tarde, las colas para entrar a Sant Antoni eran ya largas y la lucha por encontrar un aparcamiento encarnizada. A esa hora, las ocho de la tarde, comenzaba la misa solemne en honor del patrón estival de Sant Antoni, elegido, según la leyenda, tras la milagrosa salvación de un grupo de pescadores en peligro de naufragio ese mismo día de mucho tiempo atrás, nadie en Portmany parece saber situar en qué año exactamente. Por una vez, los veraneantes cedieron el primer plano a los habitantes del pueblo, que había llenado previamente el templo para asistir a la misa y había participado masivamente en la procesión que le sucedió.

En esa comitivareligiosa, las primeras autoridades autonómicas y municipales y los fieles acompañaron a los santos en una procesión que rodeó el templo, antes de comenzar con las actuaciones folclórica y la posterior verbena en homenaje a The Beatles que precedió al acto más esperado de la noche: el espectáculo pirotécnico. El presidente del Consell, Xico Tarrés, acompañó al alcalde, José Sala en una representación política en la que figuraba también la adjunta primera del Defensor del Pueblo, María Luisa Cava de Llano; la consellera Carmen Castro y su marido, el también político Jaume Comes, y el todavía presidente del Partido Popular en las Pitiüses, José Juan Cardona, así como el resto de la Corporación de Sant Antoni.

La alegría y la fiesta continuaron después en el principal paseo de la localidad con los bailes y las músicas de los grupos folclóricos anunciados, aunque, a diferencia de otros pueblos ibicencos en fiestas, no se invitó a los asistentes a orelletes y vino. El pueblo entero se volcó en las celebraciones con sus mejores galas, aunque el protocolo evitó en esta ocasión excesivos calores a los políticos, que asistieron arreglados, pero informales. Igual que los caballeros que portaron las imágenes de la procesión. Las señoras, en cambio, echaron más fantasía a su indumentaria y aprovecharon la solemne festividad para lucir sus mejores galas y sus peinados más ahuecados.

Sant Antoni vive con intensidad esa celebración en honor de Sant Bartomeu, que permite un mayor número de actividades en el exterior y un atractivo añadido para el turismo, que se halla durante sus vacaciones con una fiesta muy distinta a la que acostumbra a vivir en los centros de diversión de la localidad. Los fuegos, finalmente acabaron de embellecer la noche portmanyí con quince minutos de color sobre una de las bahías más bellas del Mediterráneo.