Eivissa | Fernando de Lama

La obra, y la vida, de Cis Lenaerts (Sint Truiden, Bélgica, 1946) es una constante búsqueda del equilibrio. Entre la geometría y la lírica, la arquitectura y la pintura y entre el cielo gris de su Linburgo natal y el sol mediterráneo de la isla en la que se instaló hace casi 40 años. En la exposición que inaugura este martes en el Club Diario de Ibiza, `Equilibrio utópico´, predomina la geometría, aunque teñida de lirismo: «Busco el diálogo entre estos conceptos. La matemática y la tecnología pueden llegar a una evolución perfecta, pero es un poco deshumanizada. Intento combinar la parte estructural, con fórmulas matemáticas, con una intención lírica». El artista reconoce que en esa manera matemática de ver las cosas tiene buena parte de culpa su formación como arquitecto, aunque en su obra última ha dejado a un lado el minimalismo «puro y duro»: «Con esta exposición me he vuelto más humano», ironiza.

Otra constante en su obra, que ha enseñado con cuentagotas en salas como la de Sa Nostra y el Colegio de Arquitectos, es la búsqueda de la perfección: «Creo que existe en la mayoría de los artistas y no sólo en las profesiones creativas. Cualquier persona que trabaja de forma visceral intenta hacerlo lo mejor posible. Nunca se llega a la perfección total, pero es un intento, por eso ese equilibrio es siempre utópico».

Lenguaje contemporáneo

Para la muestra ha preparado una veintena de lienzos de tamaño regular, ayudado por la proporción áurea -«la utilizo bastante, sobre todo por los tamaños y la composición»- y ha intentado pisar nuevos caminos: «Sigo con el abstracto, con un lenguaje pictórico y contemporáneo. Pero he dejado mi color preferido, el azul, y he buscado otros colores y tonalidades. También intento dar profundidad a las obras sin utilizar la perspectiva. Lograr la tridimensionalidad a través de los planos de color».

Lo que ha abandonado es la arquitectura y también la escultura. Dos trabajos que ya no le permite la enfermedad degenerativa que le mantiene en una silla de ruedas desde hace muchos años. Para la pintura cuenta con la ayuda de su colaborador, Manuel Castillo, que interviene desde el montaje de los bastidores y lienzos hasta el relleno de campos de color. «Incluso para abrir los botes y los tubos de pintura, algo imposible con la mano que me queda útil. Le tengo que dar las gracias, porque sin él nada de esto sería posible», amplía con una sonrisa. Pero asegura que ese impedimento físico no tiene ninguna influencia sobre su labor artística, al contrario: «Pinto de manera visceral y cada día y cuando lo hago me olvido por completo de la enfermedad, de la silla y de los dolores crónicos. Es lo más natural. Siempre he pintado, desde que era pequeño. Estudié en academias de arte y tuve la influencia de mi padre, que era restaurador de profesión y pintor».

La esclerosis sí estuvo presente al principio en su obra: «Me saqué la frustración pintando cuadros con sillas, incluso tridimensionales, pero sobre todo como algo propio, como terapia». Los aficionados al arte recordarán un montaje suyo con espejos y pequeñas sillitas de chocolate en una feria de arte en el recinto ferial. Pero duró poco: «Paco Romero lo estropeó comiéndose las sillas», cuenta entre risas.

Pero, aparte de la colaboración física, Cis Lenaerts siempre ha buscado el encuentro con otros artistas y con otras disciplinas. Recuerda con cariño su trabajo con Jean Serra en `Confluències´, cuando ilustró con cuadros poemas del escritor, o con Pepín Valdés, en la instalación sobre cometas que montaron en l´Hospitalet. El próximo proyecto que verá la luz es un libro en el que ilustra relatos de Iolanda Bonet.