Muere Francesc Antich, el primer y único president de izquierdas de Baleares
Humilde, digno, incansable e invencible en el Pacto con mayúsculas, poco dotado para la venganza, inesperado en su llegada al poder, el primer hombre corriente, el creador de la paridad, la ecotasa y el tripartito

Francesc Antich, el primer president de Baleares fallecido. / Guillem Bosch
Mallorca puede sentirse afortunada de haber contado con Antich, que liquidó la letanía progresista de que “esta sociedad es de derechas y nunca cambiará”. Era cierto, de ahí la enormidad de la tarea del creador de los Pactos de Progreso en toda España. La naturalidad y la humildad del vecino de Algaida son culpables de que no se le reconozcan en la justa medida sus méritos irrepetibles.
Ha muerto un president modesto, digno, incansable e invencible en el Pacto con mayúsculas, poco dotado para la venganza, inesperado en su llegada al poder. Supo negociar con la realidad sin desvincularse de su compromiso de izquierdas. Le dominaba la duda creativa que precede a la acción. Le preocuparía que se exageraran sus méritos, siempre ávido por despojarse del protagonismo. No era huidizo ni introvertido, solo un ejemplo casi único en Mallorca del public servant británico. Un servidor público, nunca se sintió dueño de la situación.
Al contemplar hoy un vídeo en blanco y negro de Adolfo Suárez, fumando desafiante entre los militares de mirada torva que revoloteaban a su alrededor, es inevitable comparar la llegada de la democracia a España con la posibilidad de una alternativa de izquierdas en Balears. Para ello, Antich tuvo que soportar que el Gabriel Escarrer recién fallecido abandonara una reunión en el Consolat con los hoteleros, a gritos de «esto es una dictadura que ni con Franco». El president aguantó, impuso la necesidad de la alternativa. Ocupaba tan poco espacio que siempre estaba ahí, por eso duele especialmente su marcha.
También Antich era como Suárez el hombre que fumaba demasiado mientras lo orbitaban los escualos, presto a alargar las reuniones hasta la madrugada para conciliar a Eberhard Grosske y Maria Antònia Munar. El ego del president no existía. Siempre aparecía en segundo plano, aunque fuera el único personaje de la fotografía. Sin embargo, su protagonismo es impagable en todos los logros progresistas, al margen del PSOE al que llegó desde las filas nacionalistas del PSM. De ahí que encontrara su alter ego en la visita al Consolat de Mijaíl Gorbachov. Ambos estallaron en carcajadas al declararse ignorantes en la apreciación artística, antes de visitar una exposición en la Lonja. Se estableció una corriente de simpatía mutua entre dos renovadores de la reforma o perestroika y la transparencia o glasnost, en dos sociedades opresivas. Ni la derecha querría vivir hoy en la atmósfera asfixiante de su hegemonía conservadurísima de los ochenta y los noventa.
Es imposible explicar el vuelco que sufre Balears en 1999 a quienes no lo vivieron en directo. El PP de Jaume Matas contaba con 29 diputados, cuatro más que ahora mismo y a uno solo de la mayoría absoluta. Sin embargo, el portaviones que Gabriel Cañellas había blindado inexpugnable fue hundido con los treinta variopintos votos de investidura del ejército de Pancho Antich, que ningún otro político hubiera sido capaz de reunir. Se trataba por supuesto de una almadía frágil, igual que ocurriría en 2007. Sin embargo, el maestro de los acuerdos agotó por dos veces los cuatro años de legislatura.
El planeta que se postra ante los autócratas tendrá cierta dificultad para entender al primer gobernante que se apeó del carisma para proclamarse «el hombre corriente». Más adelante, Zapatero se apropiaría de este título. Antich también fue el primero en imponer en una cámara la paridad de las listas cremallera. Más adelante, Zapatero se adueñaría de esta medida igualitaria, pero con la treta machista de aplicarla en bloques de cinco diputados. Antich funda el primer tripartito de España. Más adelante, el carismático Pasqual Maragall se apropiaría del concepto ecuménico. En fin, Antich crea aunque fuera a regañadientes la primera ecotasa. Ninguna sociedad del mundo prescinde de este impuesto, hoy se lo ha apropiado hasta el PP balear.
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