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Opinión | Para empezar

Halloween en Eivissa: estos disfraces sí dan miedo

Ni vampiros (de los de sangre, no emocionales) ni zombis ni mujeres de la curva ni niñas del exorcista ni asesinos en serie ni payasos locos. Si este Halloween se han disfrazado ustedes de alguno de estos personajes que sepan que no dan nada de miedo. Cero. Y menos en Eivissa, donde en verano estamos hartos de ver zombis volviendo al hotel al amanecer, mujeres de la curva porque no hay quien encuentre un taxi, niñas del exorcista y muñecos diabólicos tras haberse pasado con el agua bendita y las pastillas que no son aspirinas, payasos sin nariz roja que dan grima en cuanto abren la boca y vampiros que chupan la sangre de sus inquilinos.

De todo esto, olvídense, estamos curados de espanto. Pero hay otros muchos disfraces terroríficos de verdad que podrían haber usado esta noche de Halloween. De tique de restaurante, por ejemplo. Se acercan ustedes a la gente sigilosamente y salen huyendo. Aunque si quieren hacer gritar de verdad al personal, disfrácense de anuncio inmobiliario o de casero usurero o, mejor aún, de alquilado que realquila. Esos sí que dan miedo. Tienen el alma negra.

Otro disfraz aterrador: de serpiente. Si puede ser saliendo de un olivo recién llegado del sur de España, mejor. También sirven los de jineta o adorable erizo atropellados, posidonia arrancada de cuajo por un ancla, flamenco electrocutado o, ¡cómo no!, sargantana medio devorada por un ofidio de herradura.

Y ahí va otro de los que generan pesadillas eternas: crucero que chupa agua potable. Si quieren un disfraz en pareja, su partner in crime puede vestirse de empresario que sirve el agua con sus camiones cisterna al crucero. No se olviden de lo más importante del disfraz: los huevazos. Si son más de salir en grupo o tienen una despedida de soltero, hay un disfraz que hará que todo isleño salga corriendo asustado y gritando como si hubiera visto las mejillas de espiral de Jigsaw o los menores de ‘¿Quién puede matar a un niño?’: una horda de turistas escandalosos dispuestos a ocupar y destrozar su rincón de playa favorito. Terrorífico.

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