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Opinión | Para empezar

Lo que he aprendido después de un año en Ibiza

Su territorio. Espectacular. Poco más se puede decir. Que hay que hacer todo lo posible por cuidarlo y, por supuesto, obligar a que lo hagan todos los políticos que están al mando de las distintas naves municipales, insulares y autonómica. Que por cierto, anda que no hay naves, ¿eh? Por otra parte, todavía me sigue asombrando que Jesús pertenezca a Santa Eulària y otras anomalías territoriales que me obligan a poner en solfa todas mis intuiciones geográficas. Por si acaso, pregunta siempre en qué municipio te encuentras, es muy probable que no sea el que piensas.

Su gente. Podría marcarme un Miss Melilla 2001 y decir que, como ella comentó de Rusia, que en la isla vive «gente maravillosa», pero claro, es que hay de todo, como en botica. En general, los ibicencos me parecen tranquilones, cachazudos. Siempre tienen el mar en la cabeza, y a menudo en el corazón. E infinita capacidad de aguante antes las hordas invasoras. Buena gente, los ibicencos. ¿Se imaginan que digo lo contrario? Por todo lo referido anteriormente, tampoco creo que me corrieran a gorrazos. Pero es que además cuento la verdad.

Su lengua. Uf, qué alivio con su lengua. Pensaba que no iba a pillar ni papa, pero el ibicenco se entiende bastante bien, aunque seas un completo lego en la materia. Entre eso y la IA, vas tirando para entenderlo todo. Cuando enchufo Radio 5 y escucho el boletín balear emitido desde Palma, me alegro mucho de no haber acabado en Mallorca. Al menos en el plano lingüístico. Mare meva.

Su clima. Ahora que estamos en octubre, solo puedo sentirme agradecido. Sigo saliendo a la calle con mi pantaloneta, mientras en mi tierra hace semanas que ya se ponen la pelliza. Mi opinión será muy diferente en agosto, cuando sude como un gorrino de sol a sol, y a menudo también cuando salga la luna. Solo quien ha vivido bajo una nube eterna puede alcanzar a comprender lo bien que sientan los rayos del sol. Así que disfrútelo, porque no está pagado. Y hablando de pagar, de eso mejor no hablamos...

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