Opinión | para empezar
César Navarro
De danas, autovías y chiringuitos en torrentes
Uno de los problemas más graves que ha generado en Ibiza el crecimiento desaforado y desordenado de la economía gracias al turismo hay que buscarlo en los cimientos (qué bien me viene esta palabra en este contexto) del urbanismo, tanto en el campo, donde más ilegalidades por falta de control se han permitido, como en los núcleos urbanos.
Ha habido en la isla una permisividad envenenada («tu ves fent que ja veurem com ho arreglam») que ha preñado el territorio ibicenco de barbaridades urbanísticas que, ahora, tantos años después, afloran por mil circunstancias. Entre ellas las trombas de agua de la última tormenta ‘Ex Gabrielle’, y de la dana ‘Alice’.
Vila, esta ciudad maravillosa en la que me he criado, pierde todo su encanto a partir de Vara de Rey en todas las direcciones, eso lo sabemos todos. Sin la Marina y Dalt Vila, apostaría por derribar toda esta acumulación de edificios levantados sin criterio y con un gusto pésimo salvo honrosas excepciones. Y garantizando unos mínimos tanto de seguridad como de salubridad. Estas calles, desde Ignasi Wallis hasta el puerto, eran parte de la bahía hace siglos, eran mar y tienen el nivel freático a escasos centímetros. Teniendo en cuenta este detalle no se entiende cómo unas lluvias más o menos intensas lo inundan todo, cómo no hubo previsión; no hacen falta danas y ya sabemos todos que han sido «excepcionales». Lleva pasando décadas. No sé si será posible paliar estas deficiencias (apuesto a que no) y desconozco qué esconde el subsuelo de esta ciudad construida por el tejado. Miren lo que ha aparecido en el Brisol, en plena avenida 8 d’Agost: ¡un tubo enorme que nadie sabía que existía!
Y qué decir de los chiringuitos construidos en cauces de torrentes y de la autovía del aeropuerto. Con todo el dineral que costó, con toda la polémica que provocó su diseño (al deprimir parte de su recorrido se multiplicó su coste), que se inunde porque no tiene un sistema de desagüe me parece la broma de peor gusto de las últimas décadas.
Hace un año, el Govern ya había pagado 158,8 millones a la Unión Temporal de Empresas Accesos Ibiza, formada por Matías Arrom Bibiloni y Ortiz Construcciones y Proyectos, por la concesión de la autovía, y queda pendiente el pago de otros 120,4 millones. Ahí queda eso...
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