Opinión | Tribuna
Me alegro por ti
Hacía tiempo que no sabía nada de una amiga —a la que llamaremos María— ni en la vida real ni en la digital. No veía sus publicaciones ni recibía sus generosos likes y comentarios en las mías de Facebook. Pensaba en ella y me decía que debería llamarla para interesarme por su estado, pero lo iba dejando, arrastrada por el ajetreo diario.
Hace unos días me encontraba en Madrid realizando un curso de dos semanas. Debido a las bajas temperaturas en el lugar donde se celebraba, cogí un constipado. Con el aire acondicionado pasa como con la sal en las comidas: es difícil ponerse de acuerdo; para unos es mucho y para otros, poco.
Llegó el domingo y, a pesar de que me encontraba mal, me decidí a salir para ver una exposición de PHotoEspaña, un certamen de fotografía que se celebraba en una sala en la plaza de Colón. Al llegar, encontré el local cerrado. El motivo era el inicio, al cabo de unas horas, del desfile del Orgullo LGTBI. El calor era aplastante; mi frustración, al no poder acceder a la exposición, importante y mi estado físico y psíquico —suelen ir juntos a todas partes—, lamentable.
Entonces sonó el teléfono. Era María. Me preguntó qué tal estaba. Le dije que bien; casi siempre contesto así, como el escritor David Trueba, que a menudo comenta que él no les cuenta sus problemas a sus amigos: «¡Que les entretenga su p… madre!».
María me contestó que se alegraba porque ella también estaba bien, o algo más que bien, pues se casaba. Me contó los detalles. Ella es enfermera y había coincidido con —le llamaremos Paco— su futuro marido en el hospital donde trabajaba. Él era un antiguo conocido; había perdido una pierna en un accidente y ella lo cuidaba. Así, poquito a poquito, día tras día, fue creciendo el amor entre ellos hasta decidir unir sus vidas para siempre.
Al oír esta noticia sentí una emoción que desembocó en llanto; unas lágrimas que no eran de pena, sino de alegría. Por ella. Por ellos. La vida, a veces, da sorpresas así y es precioso vivirlo. Como precioso es saber que tú eres capaz de alegrarte de una forma tan intensa por la felicidad de los otros.
María, me salvaste el día. ¡Ya te lo dije!
Estos amores tardíos —ninguno de los dos es joven— siempre me han llamado la atención por lo inusual, por lo inesperado. Como ahora el de los actores Pamela Anderson y Liam Neeson. Solo que el de María y Paco, seguro, segurísimo que es real, que no es una operación de marketing.
Posteriormente, pensando en estos hechos, me pregunté: ¿esto de no estar muy presente en las redes sociales podría vincularse con la felicidad? No hay reglas fijas, lo sabemos, pero en el caso de María así fue. No la veía en Facebook, y la razón era porque tenía otras cosas que hacer: ser feliz y hacer feliz a Paco, su flamante marido.
¡Que vivan los novios!n
Suscríbete para seguir leyendo
- Selfies’, risas y gambas en la terraza de una casa de Formentera asaltada por una docena de jóvenes
- Un grupo de vecinos aborta un intento de okupación en Ibiza
- El juez decano de Ibiza pide la retirada del nuevo cartel de los juzgados: “Es otra muestra de injerencia"
- La seguridad del hospital de Ibiza obligó al precipitado a entrar en Urgencias horas antes de su muerte
- La otra faceta del mago de la noche de Ibiza: Yann Pissenem, fundador de Ushuaïa, consigue la plata en un campeonato mundial de jiu-jitsu
- Detenido uno de los tres sospechosos de intentar secuestrar a un hombre a plena luz del día en Ibiza
- Ibiza multa a un centro de estética por tirar productos de peluquería en la calle
- Vecinos de Platja d'en Bossa tras frenar la okupación: 'Hemos salido todos a pararlos
