Opinión | Tribuna

Ritos funerarios

Una de las características de nuestras islas, a lo largo de toda su historia, ha sido la capacidad de acoger a todos los que nos han visitado, incluso los difuntos. Muestra de ello es nuestra gran necrópolis, y todos aquellos parajes que han albergado habitáculos para poder acoger los cuerpos de aquellos que en la travesía marítima habían perdido la vida. Los que los acompañaban los llevaban a tierra para poder cumplir con los ritos funerarios correspondientes.

Nuestras costas están siendo el lugar donde “descansan” muchos de los cuerpos de hombres y mujeres que han perdido la vida en la travesía desde sus países de origen, de donde huyen del hambre, de la guerra y del miedo, para llegar a la “maldita” vida mejor que esperan encontrar entre los nuestros.

La última noticia que nos horrorizó fue que algunos de estos cuerpos que flotaban en nuestras maravillosas playas estaban atados de pies y manos. Pero ahora nos tiene que tranquilizar la noticia, parece ser, de que no era fruto de una tortura más, sino signos de ritos funerarios antes de ser lanzados al mar.

Ritos funerarios. Resuena esta palabra en mi mente y en mi corazón. Los que han salido de sus países para encontrar una vida más digna han sido lanzados al mar atados de pies y manos para cumplir con ellos unos ritos funerarios. ¿Dónde queda la dignidad humana? No solo de los que han perdido la vida, sino también de los que les ataron, de los que les han encontrado, de los que nos escandalizamos, pero ahí queda, de los que simplemente miran para otro lado, o de los que se excusan diciendo: “haberse quedado en casa”.

Nada de todo esto nos tendría que dejar indiferentes. No podemos resignarnos. A nivel personal la única manera de no pasar por alto todo esto es escribir y compartir con los que leen estas líneas mi indignación y mi rebeldía ante todos estos acontecimientos. No permitirme nunca la indiferencia, la resignación, ni que esto parezca normal. Compartir el sufrimiento de todas estas personas que les ha tocado vivir en la parte más fea de esta historia. Y rezar, para que mi corazón y mi mente se abran a la esperanza. Descansen en paz.

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