Opinión | Tribuna

¿Incineración o transporte? La patada hacia delante de nuestros residuos

¿Existe la maldición de las infraestructuras de esta isla?

La respuesta es, sí. En 2015 la nueva depuradora de Ibiza llevaba años de retraso (todavía no ha sido puesta en pleno funcionamiento), la desaladora de Santa Eulària languidecía sin estrenar, la balsa de riego de sa Rota estaba salinizada y la planta de triaje y tratamiento de residuos acumulaba retrasos desde 2003… Años de retraso en la toma de decisiones estratégicas, una negligente procrastinación política, un pertinaz cortoplacismo, una mala diagnosis, callejones sin salida que nos han llevado a un eterno día de la marmota.

Y hoy, la actualidad me lleva a compartir unas reflexiones, al hilo del debate sobre incineración o transporte, suscitado alrededor de la gestión de los residuos en Ibiza. Es un tema que conozco de primera mano, a raíz de mi breve paso como conseller entre 2015 y 2018, con responsabilidad directa en la implementación de planes y proyectos para la gestión de residuos.

Leemos que la Plataforma Hay Soluciones para el vertedero, formada fundamentalmente por vecinos de Roca Llisa, asegura que la opción del transporte «obligará a adoptar políticas de reducción mientras que la instalación de una incineradora desincentivará estas medidas, al alimentarse de residuos para generar energía y mejores rendimientos económicos para las empresas gestoras». La Plataforma se opone rotundamente a la instalación de una incineradora, junto al IEE y el GEN GOB, con una postura también contraria pero más matizada por parte de Amigos de la Tierra. Éste es, por ahora, el pulso social al respecto.

No les falta razón. La propuesta de la concesionaria pasa por la construcción de una gran incineradora, más que sobredimensionada. Una gran incineradora que les permitirá embolsarse mucho dinero por su construcción, más del doble de los 80 millones de euros que costó la planta de triaje y tratamiento de residuos, que deberemos pagar los ciudadanos a través de un brutal aumento de las tasas de recogida de las basuras

Es preciso aquí señalar que, actualmente, los costes de tratamiento de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU) parecen no ser cubiertos por la comercialización posterior de los materiales. Es decir, a las concesionarias no les sale suficientemente rentable cumplir con los compromisos contractuales adquiridos para el reciclaje. El mercado es volátil y se encuentra a la baja. Este hecho ha provocado una sospechosa cadena de incendios ‘fortuitos’ en almacenes de residuos de plantas de triaje por toda España, lo que circunstancialmente habría evitado su costoso tratamiento en un momento de precios bajos, Una concatenación de incendios que ha sido investigada por el Seprona, sin llegar a conclusiones firmes que permitan demostrar, de momento, intencionalidad alguna.

Una enorme incineradora sería un enorme negocio para el operador. Un lugar sobredimensionado al que derivar, mediante un bypass legal, los residuos no tratados por resultar demasiado caros, y laminar las obligaciones legales y contractuales adquiridas por la empresa para el tratamiento previo a la valorización energética.

Aun así, entendiendo y compartiendo en buena parte las posturas contrarias a la incineración, cabe señalar que el transporte de los residuos a otra isla, para ser igualmente incinerados, no parece sostenible, siendo previsibles unos costes económicos y ambientales, junto a problemas logísticos, que probablemente no han sido del todo ponderados. El transporte de los residuos podría ser considerado una mala práctica ambiental, la exportación de un problema propio a un territorio ajeno.

Bajo mi punto de vista, estos problemas apuntados pueden ser superados obligando a la concesionaria a re-dimensionar su propuesta a una incineradora más pequeña en cola de vertedero, preparada para absorber únicamente la mínima fracción no reciclable ni reutilizable, el rechazo, una vez realizado el máximo tratamiento correcto en la planta de triaje de los porcentajes requeridos.

Confiemos en que desde el Consell, se pondere el bien común y no se pliegue a los intereses comerciales del operador privado. No merecemos un monstruoso Son Reus mallorquín en nuestra pequeña isla. Pero ésta es nuestra isla, un lugar a veces árido para el sentido común!

Miguel A. Vericad Marcuello es ex- conseller de Medi Ambient, Agricultura, Caça i Pesca del Consell d’Eivissa

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