Opinión | Para empezar

Esto era la desestacionalización

Llevo 34 años escribiendo la palabra desestacionalización, tan extraña en sus inicios que tanto políticos como periodistas no atinábamos a pronunciarla o escribirla. Pero nos acostumbramos a vocalizarla de un tirón e incluso la interiorizamos como algo positivo, que es como se nos vendió esa propuesta de alargar la temporada más allá, entonces, de los meses de julio y agosto. Desestacionalizar era sinónimo de un futuro mejor, de riqueza, de más trabajo para todos. En el último lustro, incluso, se nos ha asegurado que, alargando la temporada por los extremos, estos absorberían turistas de los meses punta, que ya no sufrirían tanta presión. Gracias a una promoción adecuada, se ha logrado que la temporada comience en abril y concluya en octubre, pero no tengo tan claro que hayamos salido beneficiados por ello. Nunca pensé que la desestacionalización iba a ser esto, que en mayo o junio sufriríamos las mismas penalidades que en julio y agosto, desde atascos en las autovías (incluso de noche: 20 minutos para recorrer un kilómetro a la una de la madrugada), a accidentes espectaculares, constantes aprehensiones de drogas, innumerables fiestas ilegales en viviendas (hasta en cuevas), balconings, calas saturadas de lanchas (y fiestorros a bordo de estas en parajes naturales), jetas por todas partes que quieren su parte del pastel, negocios que se forran a costa de hacer la vida imposible a los vecinos, matones por todas partes, conducciones temerarias… Ahora, en mayo y junio tenemos lo mismo que en julio y agosto, lo peor de esos meses, la misma sensación de agobio, de saturación, de que la isla está al límite, de que nuestra vida pende de un hilo. ¿Y cómo puede suceder esto si en primavera y otoño hay muchos menos turistas que en agosto? El notable incremento de la población residente y del número de trabajadores experimentado en la última década tiene buena parte de culpa. Somos demasiados para tan poco territorio y para estas infraestructuras. Ni siquiera hay donde vivir. Esto era la desestacionalización, la estandarización de la saturación, la ampliación del campo de batalla a seis meses.

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