Opinión | MIEL, LIMÓN & VINAGRE
Tino Pertierra
Angelina Jolie regresa con la voz cantante
Actriz polivalente, directora comprometida, símbolo de lucha humanitaria y madre coraje, cumple 50 años y reaparece en la pantalla grande con 'María Callas'

Angelina Jolie.
Angelina Jolie cumple 50 años sin dejar de romper moldes y esquemas. Nacida un 4 de junio de 1975 en Los Ángeles con genes artísticos de sobra (Jon Voight, con quien se llevaba peor que mal, y Marcheline Bertrand), su vida es un permanente desafío a las normas más convencionales. Plantó cara a la amenaza de enfermedades letales por sus antecedentes familiares pasando por el quirófano. Dejó bien claro que además de un físico espectacular atesora talento como actriz y directora. Se alistó como embajadora comprometida con la ONU. Y salió airosa y airada de matrimonios que parecían un banquete de perdices.
Tras algunos papeles de poca repercusión (salvo «Gia», telefilme que indagaba en la vida de la modelo Gia Carangi), sorprendió en la gran pantalla con Inocencia interrumpida (2000), un trabajo tan desgarrado(r) que fue acogido con un Oscar como actriz de reparto. Un papelón de peligros y fragilidades que parecía presagiar una carrera de riesgo por los márgenes más borrascosos de la industria, pero no iban por ahí los tiros. Dijo sí al espectáculo más atronador con Lara Croft: Tomb Raider, una adaptación del popular videojuego cuyo interés se concentraba en la fisicidad extrema de una Jolie que mostraba tanta dureza cuando se trataba de plasmar acrobacias como cierta pesadumbre al colisionar con romances salvajes. Casi, casi como en la vida real.
Pero Jolie no solo daba titulares por sus películas. La prensa amarillenta se fijaba en sus tatuajes y atuendos, resaltaba sus relaciones volcánicas (lésbicas en algún caso) exponía su vocación de madre coraje adoptando niños de países en guerra. Como Enviada Especial del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Jolie recorrió más de 40 zonas de crisis con una actitud que nada tiene que ver con una marca prefabricada de solidaridad. No busca la foto, busca retratar la crueldad. No habla de sí misma: escucha.
Fue con Brad Pitt la pareja que lo tenía todo: seis hijos, alfombras rojas a sus pies, flash, flash, flash. Hasta que todo se rompió. De esa tormenta llegó cierta calma (tras peripecias judiciales muy desagradables con los hijos de por medio) que ha llevado a Jolie a un estado de excepción en lo que a focos se refiere: los justos y necesarios para promocionar sus trabajos como directora (imperfectos pero interesantes, y nada previsibles) mientras crece y evoluciona sin necesidad de reinventarse a cada plano que da. Con medio siglo de experiencias a sus espaldas, Jolie ha cincelado a golpe de éxitos y fracasos un rostro tan sincero como hermético, puro misterio que parece mezclar fuego y hielo con la naturalidad de quien renuncia al fingimiento. precocinado. A su manera, sin pedir permiso.
No rechaza (cuesta mucho mantener una familia numerosa) a aceptar papeles de cabriolas y balazos como Mr. & Mrs. Smith, en la que se emparejó en todos los sentidos con Brad Pitt a costa de una atribulada Jennifer Aniston, Wanted, Salt o la terrible The Tourist. Demostró que podía ser más dura en eso de romper huesos que el más rocoso de sus colegas masculinos. Papeles armados y desalmados en los que Jolie ponía el piloto automático y punto, reservando sus mejores bazas para dramas angustiosos como El intercambio (2008), dirigida por Clint Eastwood.
Con Maléfica (2014) dio un paso al frente para encarnar una madre malvada, un símbolo de la oscuridad arrancado de los cuentos de hadas. Para entonces ya había dado muestras de talento como directora sin quitamiedos con la descarnada En tierra de sangre y miel, que narraba a quemarropa el conflicto en Bosnia desde una perspectiva femenina sin titubeos, y en Invencible (2014), sobre el horror de los campos de concentración japoneses. Un año después rodó su propia experiencia como superviviente en By the sea, un endeble drama conyugal junto a Brad Pitt que parecía ser una autopsia camuflada de su matrimonio un año antes del divorcio.
No fue su único final triste en asuntos de pareja. Su primer matrimonio, con Jonny Lee Miller, fue efímero e irrelevantes. Friki. El segundo, con el rudo actor Billy Bob Thornton, terminó con ruido y furia. Pero fue el tercero con Pitt el más mediático por su desenlace turbulento tras doce años de aparente fulgor, con los hijos entre dos fuegos. La llamada 'pareja del siglo' (Brangelina), parecía hecha a prueba de noticias bomba. Y no, no, no.
¿Y ahora? Su trabajo en María Callas, una opción arriesgada, ha sido muy elogiado y sirve para demostrar que adora salirse de sus casillas. Lo que venga es un enigma. Otro más.
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