Opinión | Tribuna
Opa y política
El Consejo de Ministros se dispone a hacer uso de su última palabra y, llegados a este punto, lo que cabe esperar es que solo se guíe por el interés general
La oferta de compra (opa) hostil de BBVA sobre el Sabadell se tornó en política desde el primer momento. La noticia de que el consejo del BBVA había planeado lanzar una opa sobre el Sabadell sin el plácet del consejo del banco vallesano se filtró el 30 de abril de 2024, a escasos días de las elecciones catalanas del 12 de mayo. De inmediato se produjo un alineamiento de los partidos políticos en Catalunya contra una oferta de compra rechazada por el Sabadell y el propio Gobierno también tomó partido.
A tres días de las elecciones catalanas, el ministro Carlos Cuerpo advirtió que el Gobierno tendría la «última palabra» y criticó el «fondo y la forma» de la operación, avisando de posibles «efectos lesivos» en la competencia, el empleo y la cohesión territorial.
El aura política que envuelve la OPA se ha ido espesando con el paso de los meses. Después de la autorización, con compromisos, de la CNMC -a partir de una decisión unánime que contó con el consentimiento del consejero propuesto por Junts-, del pasado 30 de abril, el ministro de Economía decidió elevar el análisis de la opa al Consejo de Ministro. Ahora, la oferta de compra está en una fase crítica, y las dos partes son conscientes de ello.
El Consejo de Ministros tiene hasta el 28 de junio para imponer, o no, nuevas condiciones al BBVA en aras del interés general, sin que nadie sea capaz de descartar a estas alturas si esas condiciones podrían ser de tal calibre que el banco azul solo tenga la opción de abandonar sus intenciones.
Eso es lo que le acaba de pedir el Parlament al Gobierno, que frene la OPA por “interés general”, y lo ha hecho con los votos de PSC, Junts, ERC, Comuns y Aliança Catalana, con la abstención de PP y CUP y con el único voto en contra de Vox.
El Consejo de Ministros se dispone a hacer uso de su última palabra y, llegados a este punto, lo que cabe esperar es que solo se guíe por el interés general. No hay nada más político que decidir qué es interés general y gestionarlo. Y eso incluye evitar que el otro tipo de política (la del barro, los vodeviles y los chantajes) y sus sobresaltos de última hora se crucen en tan alta decisión.
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