Opinión | Para empezar

Ya hemos olido antes el hedor de la nueva depuradora

Un nuevo capítulo de la secuencia infinita del día de la marmota, de ese déjà vu que recurrentemente sentimos en Ibiza, tuvo lugar a finales de mayo, cuando Emeterio Moles, gerente de la Agencia Balear del Agua (Abaqua), empresa pública dependiente de la conselleria balear del Mar y Ciclo del Agua, admitía que la nueva depuradora de Ibiza, situada en sa Coma, apesta, tal como se quejan desde hace meses (desde el inicio de su funcionamiento) los vecinos. Moles proponía soluciones para acabar con todos los hediondos males de esa instalación (que iba a ser la joya de la corona y que ha costado una millonada), como instalar unos filtros de carbón activo en los registros por los que sale el aire viciado, así como unos sistemas de dosificación de reactivos en los bombeos de agua. Pero además echaba balones fuera: la culpa la tiene el agua que llega a la EDAR. Quizás les suene todo esto a los más viejos del lugar. A finales de los 90 y comienzos de la siguiente década, hace un cuarto de siglo, los responsables de Abaqua propusieron esas mismas soluciones para la depuradora de Vila, que como todos saben no sirvieron para nada. De la misma manera, anunciaron infinitas veces que gracias a (sucesivas) inversiones millonarias se podría reutilizar el agua depurada para usos agrícolas. Tampoco. Pese a los millones dilapidados, los vecinos siguen cerrando las ventanas de sus casas según sople el viento para que esa fragancia vomitiva no se cuele hasta sus dormitorios. Los periodistas hemos asistido a inauguraciones de mejoras que, según los responsables de Abaqua, erradicarían el hedor, pese a que este seguía siendo insoportable en la misma presentación, como ocurrió con la EDAR de Sant Antoni. Ojalá Moles acierte esta vez y logre acabar con el problema, pero da la sensación de que los vecinos tendrán olores nauseabundos para rato. También se repite ahora la táctica empleada desde hace décadas por la conselleria: dejar que pase el tiempo, agotar a los vecinos. Ya empiezan a decir desde ese departamento que no reciben quejas desde hace meses. Si no les llegan es porque los vecinos están hartos de que no les hagan caso. Apestar, sigue apestando.

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