Opinión | Desde la marina
De la babel pitiusa
Si alguien dice, aún, que nuestras islas son un paraíso, que vaya al loquero
Si alguien dice, todavía, que nuestras islas son un paraíso, que vaya al loquero. El abandono que en muchos aspectos sufren hoy Ibiza y Formentera no es menor que el que las crónicas recogen de otros tiempos. Los problemas que ahora tenemos son distintos, pero no menores. Y tantos que la lista de carencias y desaguisados que soportamos aquí no caben. Nos faltan médicos, nos falta mano de obra –el Parador no encuentra trabajadores cualificados para cubrir sus plantillas-, nos falta agentes de seguridad, -tampoco la Guardia Civil cubre vacantes-, nos faltan aparcamientos, nos falta un transporte público eficiente, nos falta agua... Sólo nos sobra mierda. Parece que en nuestro diccionario no existe la palabra ‘colapso’, pero si queremos evitarlo convendría incorporarlo, tenerlo en cuenta. Sin enterarnos, hace tiempo que estamos en Babia. ¿Sabe alguien qué planes tienen nuestros cachazudos mandarines para la isla en el medio plazo? Porque no se les oye. A los problemas endémicos que no se solucionan vamos sumando problemas nuevos en una invertebrada situación que nos supera, que se nos va de las manos.
Y no hay sorpresas. Estamos sobradamente avisados. Estos mismos papeles nos explican cada día situaciones que, siendo alarmantes, nos tragamos sin mover una ceja. Pasamos por circunstancias a tal punto surrealistas que, cuando se nos dan como noticia, uno diría que es sólo un mal chiste. Pero de chiste nada. Hace unos días, -es sólo un ejemplo- leíamos que la Guardia Civil tiene sólo una pequeña lancha con tres agentes para controlar, en una de las zonas más transitadas del Mediterráneo, el tráfico y los incidentes marítimos, la pesca, la llegada de pateras -189 con 3.016 ocupantes el año pasado-, inspeccionar los chárteres y los miles de embarcaciones que van y vienen… Y todo el refuerzo que se nos ofrece consiste en facilitar que desde Mallorca se desplace una lancha que de poco sirve cuando tarda cuatro horas en llegar y sólo puede permanecer un tiempo limitado en la isla. Si no parece una broma, que venga Dios y lo vea. ¿Cómo es posible que el Gobierno, el Govern, els Consells y la madre que los parió, no sean capaces de proporcionar techo a los agentes? A nadie se le escapa que la droga puede entrar a espuertas. Y que los migrantes lo tienen mal en nuestras aguas. Cuando cualquier cosa puede pasar, acaba pasando.
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