Opinión | Tribuna
El silencio del presidente
En algún momento, Sánchez saldrá con un giro de guion
Hay un antes y un después en el liderazgo del país tras aquellos quince días que el presidente Sánchez se tomó de reflexión para decidir su continuidad. En ese momento se hicieron todo tipo de conjeturas sobre las causas y el desenlace porque La Moncloa se convirtió en un búnker infranqueable incluso para sus colaboradores más cercanos, pero el paso de más de un año clarifica algunas cosas. El Sánchez combativo que salió entre mayo y julio de 2023 por todas las cadenas amigas y contrarias para recuperar lo perdido en las elecciones autonómicas ya no está.
Cuanto más se intensifica la guerra mediática, política, más silencio por parte del presidente. Cuanto más afila el Partido Popular de Feijóo el lenguaje y las diatribas, más enmudece el señor Sánchez. El estallido final de la presión que están provocando, y va aumentando a medida que se acerca el Congreso Nacional de principios de julio, llegará en no mucho tiempo porque el clima es irrespirable. Y me resulta inconcebible conociendo la trayectoria de Pedro Sánchez, que permanezca impasible esperando que hablando de gestión las cosas se reconduzcan. ¿Qué estará pensando el presidente? ¿Cuál va a ser su estrategia a medio plazo? Intento dilucidar respuestas de sus cortas intervenciones en las sesiones de control al Gobierno, incluso de sus gestos o de sus entradas y salidas al plenario.
El cerco familiar, inédito en la política española, en el que la vida personal se dejaba al margen, a no ser que fueras Alfonso Guerra, ha hecho mella en el presidente. Con la perspectiva que da este año se aprecian mejor las correlaciones entre los casos personales que afectan a la presidenta Ayuso y el contraataque a la familia del presidente.
Sánchez acudió a la sede de la Comunidad de Madrid en 2020, para luchar juntos contra la pandemia, y contra Pablo Casado, pensando en debilitar su liderazgo nacional, los dos. Pero este protagonismo cedido se volvió en contra de los intereses de Sánchez, porque no ha dejado de crecer y de marcar la agenda política y judicial de este país. La máxima tensión llegó cuando en el discurso de investidura de 2023, el presidente hizo alusión al caso ya archivado de las mascarillas del hermano de Díaz Ayuso. Fue entonces el momento «me gusta la fruta» que es la mejor definición de lo que han sido los dos últimos años de lodazal político e institucional.
El PSOE lo fía todo a la debilidad del liderazgo de Feijóo y al obús interno de Ayuso más Miguel Ángel Rodríguez, el PP al desgaste por los procedimientos judiciales surrealistas más los serios y en quebrar a los socios de gobierno. En algún momento, Sánchez saldrá con un giro de guion, esperaré sentada.
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