Opinión | Para empezar

Excursión a casa de nuestros vecinos

Los que vivimos en un lugar turístico, cuando viajamos y vamos a otro lugar turístico, inconscientemente no podemos evitar ir comparándolo todo. Vamos a un destino de playa y pensamos, ¿esto es mejor o peor que Ibiza?, ¿qué le falta?, ¿en qué nos supera?, ¿en qué cosas están a años luz? Es nuestra enfermedad particular, no podemos evitarlo.

Este pasado fin de semana he estado dando vueltas por la costa alicantina. Y pese a que todo me resulta familiar, porque es el Mediterráneo, es nuestro mundo, nuestro paisaje y somos primos hermanos, en algunos aspectos era como estar en otro planeta. Allá van mis reflexiones.

Es increíble lo construida que está esa zona. He recordado que cuando vienen amigos de Valencia a Ibiza siempre me elogian lo «poco construida» que está la isla y, claro, yo me parto de risa. Pero es que un paseo en coche por la costa de Alicante -o por la de Málaga, o por la Costa Brava- es suficiente para percibir la dimensión del destrozo. El nivel de cemento y de urbanismo desatado es tremendo. Una advertencia de lo que nos puede esperar si bajamos la guardia. Ah, y nuestras playas son incomparablemente mejores.

Por otro lado, me ha maravillado lo bien que se come y a qué precios. Paellas a 16 euros por persona, buenísimas. Como lo oyen. Al pagar, miraba la cuenta y no daba crédito. ¡Qué agradable la sensación de que a uno no le van a estafar! Me permití el lujo de comer en un lugar de playa con unas vistas magníficas, un placer que en Ibiza ya no me puedo permitir desde que los empresarios de la isla decidieron que solo trabajan para los ricos.

Me sorprendí a mí mismo haciendo fotos a grupos de viejecitos y familias que bajaban a la playa con la sombrilla y la silla plegable. Hace siglos que no veía una estampa así. Eché de menos el turismo familiar. Un turismo que hemos expulsado de muy mala manera, que hemos despreciado. Un turismo que quizás no luce en instagram, pero que no se está para mamarrachadas.

Y para acabar: el servicio allí es mucho mejor. ¿Pagan mejor a los camareros? ¿Tienen menos presión laboral o mejores condiciones? En este aspecto, son dos mundos totalmente opuestos.

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