Opinión | Editorial
Ibiza Medieval, una gran promoción de la isla
El acontecimiento cumple 25 años y celebra la declaración de Patrimonio de la Humanidad en 1999
La feria Ibiza Medieval cumple 25 años convertida en una excelente promoción de la isla a lo largo de todo este periodo. Desde la primera edición, es el acontecimiento más multitudinario que se celebra en Ibiza -además, fuera de temporada alta, cuando ya hay demasiada saturación como para aumentarla- y atrae cada año a más de 100.000 personas, tanto visitantes que incluso viajan adrede a la isla como residentes que aprovechan para recorrer y conocer mejor el casco histórico de la ciudad. Este evento se instituyó con el objetivo de celebrar la declaración del recinto amurallado de Ibiza como Patrimonio de la Humanidad, de divulgar su importancia excepcional y de atraer a los propios ibicencos al casco histórico, que arrastraba décadas de abandono en todos los sentidos. Un cuarto de siglo después, el balance es más que positivo: Dalt Vila y las murallas han mejorado notablemente su estado y conservación y la riqueza patrimonial de Ibiza es conocida y valorada, tanto fuera de la isla como entre la propia población residente, una asignatura pendiente cuando la Unesco decidió declarar Patrimonio de la Humanidad cuatro bienes de Ibiza en 1999.
Este prestigioso título, que distingue lugares únicos en el mundo, representó un salto de calidad para la isla como destino turístico, al asociarla a una riqueza histórico-artística extraordinaria que hasta entonces era desconocida e ignorada por la mayor parte de los ibicencos. Y mucho más por parte de los turistas.
Si bien el balance respecto a Dalt Vila es positivo, no se puede decir lo mismo respecto de los demás bienes protegidos, cuya situación es dispar. La peor es la de la pradera de posidonia que se extiende entre las Pitiusas, una joya biológica clave para la transparencia de las aguas, el ecosistema litoral de las playas y hábitat de una importante biodiversidad marina, pero que al no ser visible y estar bajo el mar sigue siendo muy desconocida. El impacto del aumento de la temperatura del mar como consecuencia del cambio climático, la navegación intensiva o la contaminación de las aguas (debido a vertidos de depuradoras y embarcaciones, salmuera de las desaladoras y otras causas) amenaza a esta planta endémica del Mediterráneo, en retroceso en numerosas zonas. Por ello, es necesario que el Govern balear revise la situación, analice la evolución de la pradera a lo largo de este siglo y acometa las medidas necesarias de protección, conservación y regeneración, pues aunque ya hay algunas en marcha (como la regulación de los fondeos) son aún claramente insuficientes.
En el caso de la necrópolis de es Puig des Molins, se ha mejorado la vertiente divulgativa gracias a actividades de muy diverso tipo, así como su acercamiento a la ciudadanía, especialmente a niños y adolescentes, aunque siempre se podría aumentar el presupuesto destinado a proseguir la investigación del propio yacimiento y de las piezas halladas en él. Por último, hay que aplaudir que al fin se haya abierto el centro de interpretación del poblado fenicio de sa Caleta, 26 años después de ser declarado Patrimonio de la Humanidad. Un proyecto que ha arrastrado infinidad de retrasos y complicaciones y que finalmente es una realidad, fundamental para dar a conocer la importancia del que se considera el primer asentamiento fenicio en la isla, en el siglo VIII a. C.
En suma, y aprovechando que hoy es la última jornada de Ibiza Medieval, es preciso recordar el origen y el objetivo de este acontecimiento, que trasciende el mero aspecto lúdico, comercial y pintoresco de este tipo de mercados, que proliferan por todo el país. Lo más importante es que Ibiza Medieval permite valorar el enorme tesoro histórico que posee la isla, así como revisar con mirada crítica y ánimo constructivo el estado de los bienes Patrimonio Mundial: cuáles son sus carencias, prioridades y retos, además de las necesidades de inversión de cara al futuro, pues sin presupuesto no es posible mejorar nada. La declaración de la Unesco, que es muy difícil de conseguir, supone una tremenda responsabilidad para las administraciones competentes -Gobierno central, Govern balear, Consell de Ibiza y ayuntamientos de Ibiza y Sant Josep-, obligadas a velar por la conservación, rehabilitación y divulgación de los bienes protegidos, de modo que Ibiza Medieval ofrece cada año la posibilidad inmejorable de comprobar si están o no a la altura de la obligación que han contraído.
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