Opinión | Desde la marina
Vulnerables
Lo sucedido nos descubre la increíble fragilidad del sistema, la vulnerabilidad de estructuras básicas
Pandemia, Dana y Apagón, -esperemos que quede aquí la cosa-, descubren la tremenda fragilidad de un supuesto progreso que, con alarmante frecuencia, nos deja con el culo al aire. Los sistemas autónomos de generación eléctrica de las islas nos permitieron quedar al margen del apagón, pero sin teléfono y con la única información que permitían los transistores de pilas. ¡Penoso! Lo sucedido nos descubre la increíble fragilidad del sistema, la vulnerabilidad de estructuras básicas que en sólo segundos pueden paralizar a todo el país; con el agravante de una capacidad de respuesta demencial que, por lo que nos dicen, tardará un mínimo de seis meses en saber lo que ha pasado. Me pregunto si llegaremos a saberlo y, en todo caso, si nos lo dicen, lo más probable es que nos hablen de una causalidad a tal punto compleja y compartida que será culpa de todos y de nadie. Y ya se sabe, mal de muchos, consuelo de tontos.
Pero algo sí sabemos. Que no disponemos, para empezar, de planes de contingencia efectivos. Que los sistemas de generación eléctrica de las renovables que son inestables al depender del viento y de la insolación, eólicas y fotovoltaicas, necesitan compensar sus variaciones con los sistemas de generación estables y de reacción inmediata, caso de las centrales nucleares, hidráulicas y de ciclos combinados que permiten una reacción reguladora al instante. Pero ¿qué pasa cuando, como sucedió, 4 nucleares estaban desconectadas? Tampoco disponemos de baterías a gran escala que permitan almacenar electricidad para usos correctivos y compensatorios, lo que implica que la potencia generada tiene que ajustarse en cada momento a la demanda en un balanceo exacto, de manera que cuando no se consigue y los picos en consumo o producción no se compensan, el sistema revienta. Y un problema no menor es la interconexión eléctrica continua y total de todo el país, lo que provoca que la caída brusca de tensión en un punto repercuta de manera inmediata en toda la red. No existe fragmentación en la generación y distribución eléctrica por zonas, autonomías o regiones, que permita desconexiones automatizadas. Y así pasa lo que pasa.
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