Opinión

La energía, un debate verdadero

No hay peor disputa política que la basada en cuestiones irrelevantes que se magnifican artificialmente para marcar la diferencia. No es el caso del modelo energético, en el que se implican cuestiones que afectan al núcleo de la economía y el modo de vida de un país, del precio y disponibilidad del aprovisionamiento al medio ambiente, pasando por la seguridad (tanto la del propio suministro como la del proceso), la autonomía energética, el desarrollo industrial y tecnológico y hasta a veces, como fondo no confesado, la política de defensa. Tampoco son ajenos el peso de los poderes económicos, el modelo territorial, el papel del Estado o los mismos límites del crecimiento. La importancia auténtica del asunto brinda la oportunidad de un debate verdadero, en el que los contendientes transmitan a la sociedad las opciones que existen y las razones de parte y parte. Ojalá sea así.

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