Opinión | El trasluz
Que le aproveche

Archivo - Foto de archivo del rey emérito don Juan Carlos I en el acto conmemorativo del 40º aniversario de la Constitución de 1978, en el Congreso (Madrid/España) a 6 de diciembre de 2018. / EDUARDO PARRA / EUROPA PRESS - Archivo
Pienso a menudo en los sesenta y cinco millones de euros que Juan Carlos I de España (¡cómo suena!) regaló a Corinna Larsen, o que le entregó, quizá, para que se los escondiera, no está claro. Él dice una cosa y ella otra. A veces, imagino que un amigo me llama para pedirme que me haga cargo de una cantidad semejante.
-¿Cuánto abultan sesenta y cinco millones? -le pregunto.
-Nada, no te apures, no abultan nada. Son un mero apunte contable en tu cuenta corriente.
-Me refiero al bulto mental. ¿Cuánto abulta mentalmente una fortuna de ese calibre?
-Ahí le has dado -responde mi amigo-, de eso es de lo que te pido que te hagas cargo, del bulto mental.
-¿Y qué pasa con el bulto patrimonial? ¿Qué pasa con Hacienda?
-Ese es otro cantar. Pero mi abogado te abre una cuenta en Suiza o en el paraíso fiscal que elijas y aquí paz y después gloria.
-No estoy al tanto de los paraísos fiscales.
Aquí es donde mi amigo cuelga el teléfono porque se ha dado cuenta de que no sirvo para estos menesteres. Soy demasiado pusilánime. Vivo agobiado por el qué dirán. No me atrevo a ser rico. Quizá para atreverse a ser rico hay que ser un poco sinvergüenza. Un poco emérito, no sé, tal vez un poco Larsen.
Si hubiéramos llegado a cerrar la operación, ¿me negaría luego a devolverle la pasta? Hay bultos mentales a los que te acostumbras. Lo sé porque tengo un temperamento obsesivo. Hay ideas recurrentes que abultan más que sesenta y cinco millones de euros, aunque aprovechen menos. Poco a poco, discurro, iría pensando en esos caudales como si fueran míos, como si fueran una extensión de mi cuerpo. El dinero alcanza allí donde no alcanza el brazo. España y yo somos así, señora.
Estoy delirando, ya lo sé. Pero el delirio forma parte de mi vida cotidiana. Gracias al delirio he comprendido un poco los entresijos de la realidad. Y la realidad es que hemos tenido un jefe de Estado que era un chorizo y que se ha fugado a un país de costumbres medievales. Se ha largado al medievo, donde la gente como él vive a cuerpo de rey. Que le aproveche.
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