Chusma

Hace unos días, en una de las diversas informaciones publicadas por este diario sobre el desalojo, iniciado y abortado después, del poblado chabolista de Can Rova 2, alguien escribió en un comentario en las redes sociales ‘CHUSMA’, así en mayúscula, como para darse importancia y cargarse de razones. Había otros comentarios más o menos en el mismo sentido, pero no tan rotundos, y muchos otros de todo tipo, entre los favorables y los contrarios al desalojo.

El debate es legítimo, porque cada uno puede pensar y expresar lo que quiera, pero lo que me llamó la atención era ese ‘CHUSMA’ que me pareció lleno de rabia y falto de la más mínima noción de humanidad. Sobre todo teniendo en cuenta que una de esas informaciones estaba ilustrada con una mujer que salía del poblado con un bebé en sus brazos y que en las imágenes se podía ver a varios niños más y a personas de todo tipo y condición abandonando lo que hasta ese momento eran sus hogares, recogiendo bártulos, arrastrando maletas...

Me parecían lo menos ajustado posible al concepto de chusma y aquí transcribo la más común de las definiciones sobre el término que incluye el diccionario de la Real Academia Española: «Conjunto o multitud de gente grosera o vulgar».

Las personas que aparecían en ese día tan triste en las noticias eran víctimas de la perversa maquinaria de la vivienda que sufrimos en las islas. La mayoría de los que habitan ese y otros asentamientos en chabolas, caravanas, furgonetas o tiendas de campaña son trabajadores que pese a poner sus brazos y su sudor para que el gran negocio de Ibiza siga funcionando, no pueden permitirse pagarse un techo por los desorbitados precios de la vivienda.

La emergencia habitacional que viven las islas tiene muchas aristas y no una solución única y perfecta. Volver a los cauces que nos han traído hasta aquí, con el impulso de una nueva balearización desde el Govern de PP+Vox, con más cemento sobre terreno rústico, no va a arreglar nada.

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