Opinión | Para empezar

Los rehenes del descuento para residentes

Cada cierto tiempo las compañías aéreas nos meten el miedo en el cuerpo sobre el fin de los descuentos aéreos que disfrutamos por derecho los residentes en las islas para paliar, aunque sea en parte, las desventajas que sufrimos por no vivir en el continente. Esta semana la Asociación de Líneas Aéreas ha vuelto a advertir de que los impagos del Gobierno central, que les debe ya 810 millones de euros por este concepto, pueden poner en peligro la conectividad del archipiélago. El Gobierno ha reconocido el problema de «gestión administrativa», que es una forma curiosa de llamarlo, y ha asegurado que el «compromiso del Gobierno con las bonificaciones es firme y se irá concretando», vamos, que más tarde o más temprano pagará la cuenta.

Los ciudadanos asistimos a estos periódicos tiras y aflojas como meros rehenes de unos y otros. Hemos ido celebrando los sucesivos aumentos de las bonificaciones y dándonos cuenta después de que en ellos se camuflaban subidas directas de los vuelos o maniobras más o menos ocultas para que el descuento se quedara en otros bolsillos, como sacar del precio base del billete las maletas, o cobrar por elección de asiento si no quieres que tu churumbel vaya en la otra punta de la cabina, por darte el papelito de la facturación, por excederte un centímetro en el equipaje de mano, o por el aire que respiras a bordo, si tienes la mala costumbre de respirar mucho.

La patronal de las agencias de viajes ya ha advertido de que el impago de la deuda «multimillonaria» puede que no influya en el número de frecuencias, pero que sí puede provocar una subida en los precios y considera «lamentable» que los Presupuestos del Estado se sigan quedando cortos en lo que se refiere a la subvención de los descuentos, sabiendo que en los últimos años no ha dejado de crecer el número de pasajeros.

El caso es que en estos momentos los presupuestos están prorrogados, no sabemos cuándo pagarán la deuda y todo esto parece una advertencia de que nos vamos a tener que rascar el bolsillo. Otra vez.

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