Opinión

El canto de la civil

Hay muchos modos de pertenecer a la sociedad civil, ente de contorno difuso que suele mentarse sin más detalles. Sabemos que poderes públicos y sus mil terminales no son sociedad civil, ni tampoco los que, legítimamente, pasan por completo de la cosa pública. Sabemos que son parte de ella los entes económicos, sociales y culturales de diversa clase, y que hoy, mal que nos pese y descartados los propaladores de infundios, hay bastante sociedad civil en el mundo de las redes. Personalmente me interesa el escalón más humilde, el de los tertulianos de calle, grupos de como media docena de personas que se reúnen de mañana en esquinas o rincones, en especial los soleados, bancos de parques, lugares protegidos o, cuando el invierno se pone crudo, patios interiores de centros comerciales. Poniendo la oreja, pueden oírse ahí los latidos o arritmias de la sociedad y su bullicioso canto.

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