Opinión | Parece una tontería

Cómo está el Papa

A finales de diciembre, con el año agonizando, no teníamos titulares con el estado de salud del Papa Francisco. En el mensaje de Navidad pidió que callasen las armas en las machacadas Gaza y Ucrania. En enero de 2025, nombró por primera vez a una mujer como ministra del departamento del que dependen todas las órdenes religiosas de la Iglesia. Hasta ahí bien. En la primera semana de febrero condenó las deportaciones de Trump. Magnífico, ciertamente. Nada aún sobre su salud. Pero el día 13 ingresó en el hospital a causa de una bronquitis. Ya no tan bien. A sus 88 años padecía una infección en las vías respiratorias descrita como una «leve alteración febril». Estaba, según el Vaticano, de «buen humor». Estar de buen humor es buenísimo, aunque puedes morirte al minuto siguiente, por supuesto.

Al día siguiente de su ingreso supimos que pasó una noche tranquila, sin fiebre. Registró «una mejora en algunos valores». Por si fuera poco, su portavoz informó que leyó los periódicos desayunando. Pero el 17 de febrero ya atravesaba un «cuadro clínico complejo», a causa de una «infección polimicrobiana del tracto respiratorio». Ni pensar en abandonar el hospital. Pasó otro día y su salud empeoró. Seguía con el cuadro clínico complejo, pero ahora agravado por una neumonía bilateral. Mmm. Los antibióticos con cortisona se quedaron cortos, y se aumentó la terapia farmacológica. El comunicado oficial volvió a añadir que estaba «de muy buen humor». De hecho, cuando el 19 le visitó Meloni, la primera ministra italiana subrayó que «hemos bromeado como siempre». Un jiji jaja. El parte indicaba «leve mejoría, en particular en los índices inflamatorios». Su recuperación iba en la línea correcta, y veinticuatro horas después de la visita de Meloni, Francisco se levantó de la cama por primera vez en una semana. Alguien dijo que «se suceden las señales positivas» y que se avanzaba hacia una plena recuperación. Pero ojo, el equipo médico compareció el 21 de febrero para advertir que no estaba fuera de peligro. En concreto, advirtieron que «está en condiciones críticas como es normal a su edad, pero está bien». Mucho que descifrar en ese mensaje.

Pasó un día más, y los pobres de Argentina organizaron una oración por él. El rezo no dio los resultados esperados, porque esa misma jornada sufrió una crisis asmática y síntomas de anemia, que requirieron una transfusión de sangre. Todo ello indicaba «un pronóstico reservado», expresión ya célebre que no dice demasiado en sí misma. Los médicos iniciaron su siempre malabarista rueda de prensa con un «su vida no corre peligro, pero no está fuera de peligro». En el seno de la Iglesia, según algunas fuentes, se empezaba a pensar en un futuro relevo, pese a la «fractura interna». Transcurrido otro día, y superadas las dificultades respiratorias del anterior, el domingo se le detectó no obstante una «insuficiencia renal inicial leve». A golpe de martes amanecimos con la noticia de que había descansado bien toda la noche y que registraba una «mejoría leve». Y así día tras día. No me digan que no es vicioso seguir el espectáculo casi al minuto.

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