Opinión | Editorial

Serpientes y ‘sargantanes’, una catástrofe previsible

La situación de la lagartija pitiusa es crítica, especialmente en el norte de Ibiza y algunos islotes

La expansión de las serpientes por la isla de Ibiza es la crónica de un desastre anunciado. Han pasado 22 años desde que se encontró la primera culebra y desde entonces ya se sabía que la proliferación de ofidios ponía en peligro la supervivencia de la lagartija pitiusa, una especie endémica de Ibiza y Formentera de la que se han descrito 23 subespecies diferentes. Desde el principio se sabía que la vía de entrada de las culebras eran los olivos que se importan de la Península, pero inexplicablemente a lo largo de dos décadas no se impidió su llegada, y ni siquiera se impusieron medidas de control y regulación de este comercio para impedir una plaga catastrófica para el medio ambiente de las islas. La negligencia e irresponsabilidad de los dirigentes políticos y técnicos a lo largo de estas dos décadas nos han llevado a la situación actual, cuando ya es imposible erradicar la plaga y sólo se aspira a contenerla mediante trampas.

Pero al mismo tiempo que se baten récords de captura de serpientes (3.800 en 2024), los olivos siguen entrando en la isla sin ningún control. Dice el conseller de Medio Natural, Joan Simonet, que se atrapan más ejemplares porque se ponen más trampas, pero no opinan así científicos como Valentín Pérez Mellado, el mayor experto en la sargantana pitiusa (lleva 30 años estudiándola), que asegura que la plaga de serpientes de Ibiza «no tiene parangón». Este herpetólogo es categórico y sostiene que se debería prohibir por completo la importación de olivos a Ibiza y Formentera para que la lucha contra esta colonización pueda ser eficaz. Pero lamentablemente, no parece que la conselleria balear tenga interés en esto. Es incomprensible. De hecho, el decreto ley de medidas extraordinarias y urgentes para la protección de la lagartija pitiusa, aprobado en enero de 2023, es papel mojado, pues ninguna institución vela por su cumplimiento: ni el Consorcio para la Recuperación de la Fauna de las Illes Balears (Cofib), dependiente de la conselleria; ni la Autoridad Portuaria de Balears, ni la Guardia Civil vigilan que sólo entren olivos, algarrobos y encinas a las islas entre el 1 de abril y el 15 de junio y desde el 15 de septiembre al 15 de octubre, que son los periodos en que no hay puesta de huevos, eclosión o hibernación. Todos consideran que no es su competencia, y mientras tanto la invasión de serpientes no se detiene. Pero incluso aunque se cumpliera el decreto, el experto sostiene que no sería suficiente, y que hay que prohibir radicalmente la llegada de estos árboles. Pérez Mellado califica la situación de la Podarcis pityusensis en la mitad norte de la isla de Ibiza como «desastrosa», y además advierte de que las serpientes ya han provocado la desaparición de la lagartija en algunas zonas e islotes.

Es indignante que ante este panorama crítico nadie se ocupe de controlar la entrada de olivos en el puerto. Por otra parte, también es urgente que el Govern dé luz verde al remuestreo total de la población de lagartijas en las Pitiusas, un estudio detenido hace dos años y que permitirá saber a ciencia cierta cuál es el estatus de conservación de la especie. Ya hemos encadenado 22 años de desinterés y dejadez de los responsables políticos y técnicos que se han ido sucediendo, mientras el desastre se iba consumando. La consecuencia de su incapacidad es que una especie única en el mundo, icono de las Pitiusas, está desapareciendo a una velocidad alarmante, a pesar de que estaba claro cómo podía evitarse. No podemos permitirnos más negligencia en la gestión de esta catástrofe medioambiental.

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