Opinión | una ibicenca fuera de ibiza
Y la falda muy corta
De tanto en tanto quedo con Gabriela para arreglar el mundo tomando un vino. Entre los temas recurrentes no está mi ex, cuyo nombre ya no recuerdo, sino Melania. Ajá, Melania Trump. ¡Qué goce, al repasar la actualidad tan llena de calamidades, alcanzar al enésimo desplante de Melania al infame —a la par que inflamable— de su marido! Que si girarle la cara, que si soltar un manotazo cuando intenta darle la mano... Y entre brindis, especulamos una vez más: ¿Qué terrible chantaje la tiene ahí prisionera? No, no es el amor, qué va. Ni el poder. Ni el dinero. El interés tiene otro gesto y el suyo es de una indisimulada aversión.
Estamos a unas diecisiete botellas de Ribera y algún Albariño de resolver la ecuación. Aquí lo dejo, por si nos cae algún espónsor...
¡Ay, el amor, el amor! Quizá lo de la ‘cuesta de enero’ no vaya tanto por lo derrochado en Navidad como por lo alto que hay que subirse a la parra de las expectativas del mes de los enamorados, así, en plural. Febrero es el mes del Día de los Enamorados, pero también el del Día de los Amores Imposibles, el Día de Amar a tu Mascota, el Día del Infiel o del Amante y hasta el Día mundial del Barman, que es en los brazos en que acabamos todos en algún momento para que nos inyenten el olvidador de ex.
La lucha sigue. En abril nos llega el Día del Beso —en julio el del Beso Robado—, el mayo el Día Global del Amor y en agosto el Día del Orgasmo Femenino —porque del amor hay que hablar menos y hacerlo muchísimo más—. No vayamos a pasar por alto lo que vendría a ser el “Día de Todos los Difuntos por Amor”, es decir, el Día Internacional del Mal de Amores, en julio, y una Asociación de Fomento de Torremolinos intentó crear un Día Mundial de los Separados y Divorciados el segundo sábado de septiembre alegando que ese es el mes en que más separaciones se producen, tras las vacaciones de verano. Esa es la versión mediterránea, al parecer. Según el bufete Attorney Fee, Estados Unidos tiene esa plusmarca en febrero, precisamente los días posteriores a San Valentín. Y entre tantos días en rojo en el calendario, mi amiga Gabriela y yo, y sospecho que también Melania, echamos en falta un Día del Mundo Mundial de la Mujer Despechada.
Como la propia Melania, a la que se le sumaba a este gordo febrero, su veinte aniversario de boda y la toma de posesión del segundo mandato del susodicho. ¡Otros cuatro años por delante de hacer el paripé! No es de extrañar que no estuviera de humor para memeces y eligiera para la ocasión una pamela de ala ancha, que no solo mantuvo a la eslovena de gesto inescrutable a salvo del contacto visual de su marido, sino que le valió para esquivarle un beso como una bala, lo que fue la comidilla de la prensa al día siguiente —y esperen al próximo vino con Gabriela—. ¡Qué distinto a aquel beso recibido a sonrisa y manos llenas en la cumbre del G7 del guapísimo primer ministro de Canadá, Justin Trudeau!
Algún día se subastará la pamela en Sotheby’s bajo el nombre, por ejemplo, de “la Pamela del despecho”, lo mismito que se subastó por una pasta el “Vestido de la venganza” de Lady Di, ¿lo recuerdan? Fue el elegido un 29 de junio de 1994 para una Gala benéfica organizada por Vanity Fair. Aunque habían pasado ya dos años de la separación no oficial con el príncipe Carlos, esa misma noche se retransmitiría en televisión el reportaje ‘Charles: The Private Man, the Public Role’ (Carlos, el hombre privado; el cargo público), en que el príncipe confesaría públicamente su adulterio con Camila Parker Bowles. Diana, en lugar de quedarse en pijama llorando por lo que estaba por venir, se enfundó un mini vestido fruncido, palabra de honor y generoso escote corazón. Y además, totalmente negro, color que los códigos de protocolo de la familia real reservan para cuando fallece alguien de la familia —no hay más preguntas, señoría— y que entre amigas denominamos “el color del corazón de tu ex”.
Y desde entonces Diana siempre vistió como mandan los cánones de las amigas y canta Sabina: “La frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta”, que es lo mismo que estar guapa que te cagas. Eso sí, sin volver a combinar ninguno de esos vestidazos que hacen que tarden en aprender a olvidarte “19 días y 500 noches” con unos zapatos de Chanel. Lo explicó el diseñador Jayson Brunsdon a Harper’s Bazaar. Una de las veces que la asesoraba con sus looks en distintos actos oficiales le sugirió acompañar un Versace con unos Chanel. Ella los lanzó señalando el logo de la marca con dos letras ‘C’ entrelazadas: “¡Sería como llevar un Carlos y Camila!”.
“Tanto la quería que tardé en aprender a olvidarla 19 días y 500 noches. Dijo hola y adiós y el portazo sonó como un signo de interrogación. Sospecho que así, se vengaba a través del olvido Cupido de mí. No, no pido perdón. ¿Para qué? Si me va a perdonar porque ya no le importa. Siempre tuvo la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta”.
Joaquín Sabina, ‘19 días y 500 noches’.
Suscríbete para seguir leyendo
- Primeras declaraciones del dueño de la vivienda de Sant Antoni okupada: 'Todavía no puedo entrar en mi casa
- Instalan un nuevo radar de tráfico en Ibiza: está en esta carretera
- El propietario de la vivienda desokupada en Sant Antoni: “Era un problema mío, pero es también un problema social”
- Una multitud se toma la justicia por su mano y fuerza la salida de los okupas de Sant Antoni
- Ibiza, 1979: «Estos alquileres no los piden ni en Miami Beach»
- Los vecinos concentrados cantan 'Anàrem a Sant Miquel' durante el desalojo de la casa okupada en Sant Antoni
- Joyas de Ibiza: finca payesa del siglo XVI a la venta
- Mira aquí las imágenes de cómo decenas de vecinos echan a los okupas de Sant Antoni