Opinión | Para empezar

¡Viva el alcalde de Rocarraso!

No sabía de la existencia de Rocarraso hasta hace unos días, al igual que muchos. Este pueblecito italiano con encanto y sus pistas de esquí se vieron invadidos por una avalancha de turistas atraídos por la influencer Rita De Crescenzo, que compartió un vídeo en Tik Tok recomendando el destino. No sé quién es esa tipa, pero a la vista está que influir, influye. La locura que vivieron los residentes de la zona salió en todos los medios de comunicación. Nada más y nada menos que 12.000 personas en 260 autobuses en un día, en un pueblo en el que apenas viven 1.600. Colapsaron carreteras y servicios y lo dejaron todo hecho un asco.

La noticia ha abierto el debate del impacto de la viralidad en el turismo y del mal que hacen las redes sociales en este sentido. Un destino tranquilo puede convertirse en un punto masivo turístico de la noche a la mañana. Allí, el alcalde ha tomado medidas de forma inmediata: limitar a 100 los autobuses diarios con turistas y exigir reserva previa.

A mí esto me ha recordado a nuestra isla bonita y a la presión que sufre (y los que vivimos aquí también) cuando llega la temporada. Pasamos de ser 160.000 personas a más de 300.000. Nuestra vida tranquila del invierno nada tiene que ver con el caos que nos rodea esos meses. Atascos, playas, calles y bares a reventar y basura por todos lados.

¿Qué hubiera pasado si con las primeras señales de saturación turística en Ibiza se hubieran tomado medidas, como en Rocarraso? Igual no estaríamos en este punto. Porque de lo que ahora nos quejamos tantos no es fruto de un año ni de dos. Hablamos de hace mucho tiempo. O... ¿el que el cauce del único río de las Balears esté seco prácticamente todo el año no está relacionado con la sobreexplotación?

Aún nos queda el consuelo a quienes vivimos aquí de conocer rincones donde los turistas no llegan (cada vez menos, eso sí).

Pero tengamos cuidado con qué publicamos en Instagram o Tik Tok. Revisando redes he visto fotos de De Crescenzo en Ibiza. ¡Menos mal que aquí no se llega en autobús!.

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