Opinión | Para empezar

Tagomago y las demás islas privadas

Si buscas en internet cuántas islas privadas hay en España hay resultados diversos, pero la respuesta más habitual es que son doce -en realidad hay más, pero estas son las que pertenecen a un único propietario-. De esas doce cuatro forman parte de las Pitiusas, algo que se entiende desde la historia y la idiosincrasia de un territorio en el que la propiedad pública es algo extraordinario.

Son sa Conillera, que forma parte del patrimonio de la familia Matutes; s’Espalmador, gestionada por una compañía radicada en Luxemburgo y que pertenece a una familia de multimillonarios belgas, los Cigran; s’Illa de sa Ferradura, unida a Ibiza por una estrecha franja de tierra y cuyo propietario es el magnate ruso enfrentado a Putin y exiliado de su país Mikhail Prokhorov, y Tagomago, gestionada por la compañía Isla Tagomago, cuyo administrados único es Hubertus Adolf Kurt Hausburg, noble germano descendiente de la Casa de Austria, pero vinculada estrechamente al gran empresario inmobiliario Matthias Kühn, pareja de la vedette Norma Duval.

Estas dos últimas pueden alquilarse para noches, fiestas o vacaciones exclusivas. Por allí han pasado una extensa nómina de famosos para disfrutar de unas jornadas de tranquilidad o celebrar cumpleaños... y sa Ferradura pudo ser escenario de algunas de las oscuras fiestas sexuales de Puff Diddy por las que ha sido empapelado.

Pero la que ha dado más problemas es Tagomago, con obras irregulares como las del embarcadero y en la que hubo la intención de instalar un lujoso chiringuito para ricos muy ricos, pasando por encima de su estricta protección ambiental.

La propiedad de la isla lleva años en entredicho, más incluso de los que está a la venta sin encontrar comprador. El precio orbita fuera del alcance de cualquier administración pública, que sería lo ideal, pero las administraciones y la Hacienda pública deben estar vigilantes. Primero por el destino del dinero y segundo por mantener un rico pero frágil equilibrio medioambiental.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents